El niño que contaba estrellas



Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Cada noche, cuando el sol se escondía, Lucas subía a la azotea de su casa con su manta favorita y un cuaderno. Su pasión eran las estrellas; se pasaba horas mirando el cielo y buscando formas hermosas entre ellas.

Una noche, mientras contemplaba las estrellas brillantes, Lucas exclamó: - ¡Miren! Esa estrella parece un pez nadando en el océano.

Desde entonces, todas las noches, buscaba nuevas formas y en su cuaderno las dibujaba.

Cada mañana, Lucas corría al colegio y, en el recreo, reunía a sus amigos para contarles lo que había visto.

- Esta noche vi un dragón que volaba entre las nubes - decía emocionado.

- ¡No puede ser! - respondía su amiga Renata, sorprendida.

- ¿Viste? ¡Es verdad! - insistía Lucas mientras mostraba su dibujo.

Sin embargo, un día, Lucas se dio cuenta que sus amigos comenzaban a dudar de él.

- ¿Estás seguro de lo que dices? A veces, las estrellas son solo puntos de luz - le dijo Mateo, haciendo una mueca de desconfianza.

Lucas, angustiado, decidió que esa noche buscaría la forma más increíble de todas. Pero mientras miraba el cielo, no pudo encontrar ningún dibujo que lo convenciera.

Desanimado, suspiró y se dejó caer sobre la manta. Justo en ese momento, una estrella fugaz cruzó el firmamento.

- ¡Miren! - gritó entusiasmado. - ¡Una estrella fugaz! La verdad existe.

Pero sus amigos no se encontraban allí.

Esa noche, Lucas dibujó la estrella fugaz en su cuaderno y se fue a dormir con la esperanza de que al día siguiente sus amigos crearían sus propias historias.

A la mañana siguiente, compartió su dibujo con ellos.

- ¡Miren! Aquí está la estrella fugaz que vi anoche.

Renata sonrió y dijo: - ¡Es espectacular!

Mateo, viendo la emoción en el rostro de Lucas, se sintió mal por haber dudado de él y se acercó.

- ¿Sabes qué? Te quiero escuchar. ¡Contame más sobre las estrellas!

Feliz de que sus amigos mostraran interés nuevamente, Lucas decidió que era hora de crear un club de estrellas. Así fue cómo nacieron los "Cazadores de Estrellas". Cada noche, juntos en la azotea, buscaban figuras y le daban vida a sus imaginaciones.

- ¡Miren esa! ¡Es un elefante volador! - gritó Renata una noche.

- ¡Y esa es una mariposa gigante! - exclamó Mateo. Al ver a sus amigos tan entusiasmados, Lucas sintió que su pasión por las estrellas iluminaba aún más su vida.

Con el tiempo, los Cazadores de Estrellas no solo compartían sus figuras celestiales, sino que aprendieron sobre las constelaciones y la ciencia detrás de cada estrella.

Un día, un maestro de la escuela decidió invitar a un astrónomo para que hablara con los niños.

- Bienvenidos, pequeños astrónomos. Las estrellas son mucho más de lo que ven.

Los niños escucharon con atención mientras el astrónomo explicaba cómo cada estrella tiene una historia y cómo, a través de la ciencia, podemos comprender el universo.

Lucas, emocionado, levantó la mano y preguntó: - ¿Podemos contar nuestras historias también?

El astrónomo sonrió: - ¡Por supuesto! Cada uno de ustedes está creando un legado en el cielo con sus propias historias. Las estrellas reflejan nuestra imaginación y visión del mundo.

Desde ese día, Lucas y sus amigos se sintieron muy orgullosos de ser Cazadores de Estrellas, no solo porque buscaban formas hermosas en el cielo, sino porque también estaban aprendiendo sobre el universo y compartiendo sus historias con todos.

Y así, cada noche, las montañas del pequeño pueblo se llenaban de risas y sueños, porque en el cielo, cada estrella brillaba por el sueño de un niño muy especial que nunca dejó de buscar lo maravilloso en el universo.

FIN.

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