El niño que cura corazones



Había una vez un niño llamado Juanito que tenía un poder muy especial: podía ver el corazón de los niños detrás de sus enojos.

Esto significaba que, cuando alguien se enojaba, él podía ver si realmente estaba triste, asustado o simplemente frustrado. Un día, mientras caminaba por el parque, Juanito vio a su amiga Sofía llorando en un rincón. Se acercó corriendo y le preguntó qué le pasaba. "¡Estoy furiosa!", dijo Sofía entre sollozos.

Juanito miró fijamente su corazón y vio una pequeña figura temblorosa escondida detrás de la ira de Sofía. "Sofía", dijo Juanito con ternura, "sé que estás enojada ahora mismo, pero puedo ver que también estás asustada.

¿Puedes decirme qué te asusta?"Sofía dejó escapar un suspiro y confesó: "Tengo miedo de perder a mi mejor amiga porque peleamos". Juanito sonrió comprensivamente y le dio un abrazo reconfortante. "No te preocupes, Sofi -dijo-.

Todos tenemos peleas con nuestros amigos alguna vez. Lo importante es hablar sobre ello y resolver los problemas juntos. "Animados por las palabras de Juanito, Sofía decidió enfrentar su miedo y hablar con su amiga sobre lo que había pasado.

Pronto se dieron cuenta de que habían tenido una simple discusión sin importancia y se reconciliaron. A medida que pasaban los días, Juanito usaba su poder para ayudar a otros niños a entender sus emociones detrás del enojo.

Descubrió que muchos niños estaban tristes, solos o tenían miedo de ser rechazados. Un día, Juanito conoció a Lucas, un niño muy enfadado que siempre se metía en peleas con los demás.

Cuando Juanito vio su corazón, se sorprendió al encontrar una gran nube negra cubriendo toda su felicidad. —"Lucas" , le dijo Juanito con compasión, "entiendo que te sientas enojado, pero puedo ver que también estás muy triste.

¿Puedes decirme qué te hace sentir así?"Lucas frunció el ceño y murmuró: "Me siento solo y nadie me entiende". Juanito comprendió que Lucas necesitaba ayuda para expresar sus emociones de manera saludable. Juntos, buscaron formas de comunicarse sin recurrir a la violencia y encontraron actividades divertidas para hacer juntos.

Con el tiempo, Lucas comenzó a abrirse más y descubrió que no estaba solo; había muchos niños dispuestos a escucharlo y entenderlo. Su corazón se llenó de alegría nuevamente.

A medida que pasaban los meses, el poder de Juanito se fue extendiendo por todo el vecindario. Los niños aprendieron a hablar sobre sus sentimientos en lugar de simplemente enojarse y pelear. El mundo se convirtió en un lugar más amigable donde los niños podían compartir sus preocupaciones y encontrar apoyo entre ellos.

Juanito entendió entonces que su poder no era solo para ver las emociones detrás del enojo, sino para ayudar a los demás a sanar sus corazones heridos.

Y así fue como Juanito enseñó a los niños que no importa cuánto se enojen, siempre hay un corazón detrás que necesita ser escuchado y comprendido. Y con esa comprensión, el amor y la amistad florecieron en cada rincón del mundo. Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!