El niño que descubrió las estrellas


Había una vez un niño llamado Martín, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de edificios altos y luces brillantes. Nunca había visto las estrellas en el cielo, y eso lo entristecía. Un día, escuchó a su abuelita contar historias sobre un pueblo lejano donde el cielo se iluminaba con miles de estrellas cada noche. Martín quedó tan fascinado que decidió emprender un viaje hacia ese pueblo para ver las estrellas con sus propios ojos.

En su travesía, Martín enfrentó muchos desafíos. El camino estaba lleno de obstáculos, pero con determinación y valentía logró superarlos. Sin embargo, una de las dificultades más grandes que enfrentó fue su miedo a la oscuridad. Durante la noche, cuando no había luz artificial, Martín se sentía asustado y solo. Pero no se rindió, y poco a poco fue aprendiendo a lidiar con su miedo, hasta que finalmente se dio cuenta de que la oscuridad no era tan aterradora como él pensaba.

Finalmente, después de un largo viaje, Martín llegó al pueblo de las estrellas. Cuando cayó la noche, quedó maravillado al ver el cielo lleno de destellos brillantes. Era una vista increíble que nunca olvidaría. Con el corazón rebosante de alegría, Martín se hizo amigo de los habitantes del pueblo, quienes le enseñaron a reconocer las constelaciones y a apreciar la belleza del universo.

Martín comprendió que las estrellas representaban la amistad, el coraje y la superación de los miedos. Se dio cuenta de que, al igual que las estrellas, cada persona tiene su brillo especial y puede iluminar el mundo de diferentes maneras.

De regreso a su pueblo, Martín llevó consigo el recuerdo de las estrellas y la sabiduría que había adquirido en su viaje. A partir de entonces, compartió su historia con otros niños, inspirándolos a afrontar sus propios miedos y buscar la belleza que se esconde en lo desconocido.

Así, Martín descubrió que las estrellas no solo brillan en el cielo, sino también en el interior de cada persona.

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