El niño que despertaba en las noches a contar las estrellas



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo al pie de una montaña. Cada noche, cuando todos dormían, él se despertaba, se asomaba por la ventana y miraba al cielo estrellado.

"¡Mamá! ¡Mirá cuántas estrellas hay!" -decía Mateo con entusiasmo.

"Es muy tarde, Mateo. Las estrellas siempre están ahí, pero es hora de dormir" -respondía su madre, pensando que el pequeño solo quería hacerse el despierto.

Pero Mateo no podía resistir la tentación de contar las estrellas. Una noche decidió aventurarse al jardín, donde las luces del pueblo no lo distraían. Se sentó en la hierba fresca y comenzó a contar: "Una, dos, tres…".

De repente, escuchó una voz suave.

"¿Qué haces, niño?" -preguntó una estrella destellante.

Mateo, sorprendido, respondió, "¡Estoy contando estrellas!"

"Pero hay tantas que nunca acabarías" -riéndose, le dijo la estrella.

"¿Y si hiciera una lista de mis favoritas?" -sugirió Mateo.

La estrella parpadeó, "Esa es una gran idea. Cada estrella tiene una historia, ¿quieres conocerlas?"

Mateo asintió con los ojos brillantes. La estrella comenzó a relatarle historias de valentía, amistad y sueños.

Pasaron las noches y, cada vez que Mateo despertaba, la estrella lo esperaba. Juntos, aprendieron sobre la importancia de la creatividad y la imaginación.

Finalmente, una noche, la estrella le dijo: "Ya es hora de que las cuentas; usa tu imaginación y deja que cada estrella sea un nuevo comienzo".

Mateo sonrió, comprendiendo que contar estrellas no solo era un juego, sino un viaje a mundos desconocidos.

Así, cada noche, no solo contaba estrellas, sino que también creaba historias llenas de magia y amistad, enseñando a todos en el pueblo que la imaginación no tiene límites.

FIN.

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