El niño que encontró la magia en los libros



En un hermoso pueblo llamado Villa Alegre vivía Tomas, un niño de ojos grandes y brillantes, pero con una tristeza que lo envolvía como una sombra.

Sus días transcurrían entre la escuela y su casa, donde se refugiaba en los libros de cuentos que tanto amaba. Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, encontró un libro antiguo y polvoriento.

Al abrirlo, una luz mágica lo envolvió y pudo sentirse dentro de la historia que leía. Desde ese momento, cada vez que abría un libro, viajaba a mundos maravillosos llenos de aventuras y personajes extraordinarios. Una tarde, leyendo sobre valientes caballeros y dragones feroces, Tomas se vio rodeado por un grupo de duendes traviesos.

-¡Hola pequeño lector! ¿Qué haces aquí? -preguntó el jefe de los duendes con una sonrisa picarona. Tomas les contó cómo los cuentos lo hacían sentir vivo y feliz.

Los duendes decidieron ayudarlo a encontrar la felicidad en su propia historia. Juntos emprendieron un viaje por tierras encantadas donde enfrentaron desafíos imposibles y descubrieron la magia que había dentro de ellos mismos.

En su travesía, conocieron a la hada Luzmila, quien les enseñó que la verdadera felicidad no está en escapar de la realidad, sino en transformarla con amor y valentía. -¡Tienes el poder de cambiar tu historia Tomas! -le dijo el hada con voz dulce.

Animado por sus nuevos amigos e inspirado por las historias que habitaban en su interior, Tomas regresó al pueblo decidido a escribir su propio cuento. Con cada palabra que plasmaba en el papel, sentía cómo su tristeza se desvanecía dando paso a la alegría y la esperanza.

Al terminar su relato, Tomas comprendió que cada uno es dueño de su destino y puede crear mundos increíbles si cree en sí mismo. Desde entonces, compartió sus cuentos con los demás niños del pueblo llevando magia a cada corazón entristecido.

Y así fue como Tomas aprendió que los libros no solo eran ventanas al mundo exterior, sino también puertas hacia nuestro interior donde guardamos tesoros invaluables listos para ser descubiertos.

Y colorín colorado este cuento ha terminado ¡Que viva siempre nuestra imaginación!

FIN.

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