El niño que hablaba con los objetos


Había una vez un niño llamado Mateo que tenía un don muy especial: podía hablar con los objetos. Desde que era muy pequeño, descubrió que podía entender lo que las cosas le decían y también podía comunicarse con ellas.

Un día, mientras caminaba por el parque, Mateo escuchó a una pelota de fútbol llorando. Se acercó rápidamente y le preguntó qué le pasaba. La pelota explicó que se sentía triste porque nadie quería jugar con ella.

Mateo le prometió que jugaría todos los días con ella para hacerla feliz. Desde ese momento, Mateo se convirtió en el mejor amigo de la pelota de fútbol. Juntos jugaban durante horas y disfrutaban cada instante.

Pero un día, mientras pateaban la pelota cerca del lago, esta cayó al agua y comenzó a hundirse. Mateo entró en pánico y gritó: "¡No te preocupes! ¡Voy a salvarte!".

Sin pensarlo dos veces, se lanzó al agua y nadó hasta donde estaba la pelota. La agarró fuertemente y nadando hacia la orilla logró salvarla. La pelota quedó tan agradecida que le dijo a Mateo: "Eres el mejor amigo que he tenido en mi vida".

Desde ese momento, todos los objetos del parque empezaron a notar lo valiente y amable que era Mateo. Una tarde soleada, mientras caminaba por el parque nuevamente, escuchó una voz proveniente de un árbol cercano diciendo: "Necesito tu ayuda".

Sorprendido pero curioso, Mateo se acercó al árbol y le preguntó qué necesitaba. El árbol explicó que estaba enfermo y necesitaba agua para poder sobrevivir.

Mateo corrió hacia la fuente más cercana, llenó un balde de agua y lo llevó hasta el árbol. El árbol bebió el agua con gratitud y poco a poco comenzó a recuperarse. Desde ese día, Mateo se convirtió en el protector del parque.

Hablaba con los pájaros para asegurarse de que estuvieran bien, regaba las plantas cuando tenían sed y ayudaba a los animales perdidos a encontrar su camino de regreso a casa.

Un día, mientras jugaba con la pelota de fútbol en el parque, un niño llamado Lucas se le acercó y le dijo: "Oí decir que puedes hablar con los objetos. ¿Es verdad?". Mateo asintió con una sonrisa.

Lucas expresó su admiración por todo lo que hacía Mateo por el parque y le preguntó si podía enseñarle cómo comunicarse con los objetos también. Mateo aceptó encantado y juntos comenzaron a explorar este nuevo mundo lleno de posibilidades. De esta manera, Mateo encontró en Lucas un compañero inseparable para seguir ayudando al mundo que los rodeaba.

Juntos demostraron que cualquier persona puede hacer una gran diferencia si escucha atentamente a su corazón y está dispuesta a ayudar sin esperar nada a cambio.

Y así fue como Mateo descubrió su propósito en la vida: ser amigo de todos los objetos del mundo y llevar alegría allá donde vaya.

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