El niño que mentía
Había una vez un niño llamado Mateo, a quien le encantaba inventar historias increíbles para impresionar a sus amigos. Siempre estaba contando aventuras increíbles que nunca habían sucedido.
Un día, Mateo dijo que había visto un dragón en el patio de su casa, y todos sus amigos se emocionaron muchísimo.
Sin embargo, un niño llamado Nicolás, que siempre buscaba la verdad, levantó la ceja y preguntó: '¿Seguro que no estás mintiendo, Mateo?' Mateo se sintió un poco molesto por esto y decidió inventar una mentira aún más grande para dejar a Nicolás callado.
- '¡Claro que no miento! Y para demostrarlo, mañana les voy a mostrar al dragón en persona!' Todos sus amigos no podían creer lo que oían y se fueron a casa ansiosos por ver al dragón al día siguiente. Mateo pasó la noche preocupado, sin saber qué hacer para cumplir su mentira. No podía dormir, así que decidió dar un paseo por el bosque.
Allí se encontró con un viejo sabio que notó su tristeza y le preguntó qué le pasaba. Mateo le contó todo, y el viejo sabio le dijo: 'Las mentiras pueden parecer divertidas al principio, pero al final siempre terminan lastimando.
Es hora de que aprendas la importancia de la honestidad.' El viejo sabio le enseñó a Mateo una lección valiosa y le explicó que siempre es mejor ser honesto. Al día siguiente, Mateo se reunió con sus amigos y les contó la verdad.
Les explicó que la historia del dragón era solo una mentira para impresionarlos, y les pidió disculpas por haberlos engañado.
Sus amigos, aunque un poco sorprendidos, apreciaron la sinceridad de Mateo y le prometieron que nunca más tendría que inventar historias para ser su amigo. Desde ese día en adelante, Mateo dejó de mentir y aprendió a valorar la importancia de la verdad.
Él y Nicolás se convirtieron en grandes amigos, y Mateo descubrió que ser honesto era mucho más gratificante que cualquier mentira. Y así, juntos, vivieron muchas aventuras reales y felices.
FIN.