El niño que no quería que le sacaran sus dientes de leche



Había una vez en un pueblito llamado Sonrisas, un niño llamado Pablito. Pablito era un chico muy curioso y siempre estaba explorando su mundo. Tenía algo muy especial: unos dientes de leche que parecían brillar más que los demás. Pero había un problema, ¡Pablito no quería que se le cayeran!

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Pablito sintió un pequeño movimiento en uno de sus dientes.

"Uy, creo que se me está aflojando un diente" - dijo Pablito asegurándose de no sonreír demasiado.

"¡Qué bien, Pablito! ¡Vas a tener un diente nuevo!" - exclamó su amiga, Sofía.

"No, no, no! No quiero que se me caiga!" - respondió Pablito, asustado.

Pablito no entendía por qué todos estaban tan emocionados. Creía que al perder un diente estaban perdiendo algo único y especial de él. Así que decidió buscar ayuda.

Ese día, por la tarde, se sentó con su abuelo, un hombre muy sabio y lleno de historias.

"Abuelo, no quiero que se me caiga el diente. Tengo miedo de que no vuelva nunca más" - le confesó Pablito.

El abuelo sonrió y le dijo: "Pablito, los dientes de leche son como las hojas de un árbol. Se van para dar lugar a algo nuevo y más fuerte. Al igual que los árboles crecen y florecen, tú también lo harás".

Pablito pensó que eso sonaba interesante, pero aún tenía un nudo en el estómago.

Al día siguiente, intentó ignorar el movimiento de su diente, pero no pudo. Se encontró con su amigo Julián.

"¿Qué pasa, Pablito?" - preguntó Julián al ver su cara preocupada.

"No quiero que se me caiga el diente" - dijo Pablito con una voz muy suave.

"Pero Pablito, ¡los nuevos dientes son más fuertes! Y además la Hada de los Dientes viene a dejarte una sorpresa" - respondió Julián.

Pablito se quedó pensando. Nunca había escuchado sobre la Hada de los Dientes.

Esa noche, cuando Pablito se fue a dormir, miró debajo de su almohada y vio una notita que decía: "No temas, querido Pablito, cada diente perdido es una oportunidad para una nueva sonrisa. ¡Dale la bienvenida a lo nuevo!". Y aunque estaba nervioso, decidió que tal vez era hora de dejarlo ir.

Al día siguiente, mientras se cepillaba los dientes, sintió que estaba a punto de caerse. Con un último aliento, tiró de él y... ¡pop! Se cayó. Pablito se quedó mirando el pequeño diente en su mano.

"¿Qué voy a hacer ahora?" - se preguntó.

Pero cuando llegó la noche y miró bajo su almohada, encontró unas monedas brillantes y una notita de la Hada de los Dientes que decía: "Gracias por dejarme tu diente, ¡ahora tienes un lindo diente nuevo por venir!".

"Wow, esto no es tan malo después de todo" - dijo Pablito, respirando mucho más aliviado.

En los días siguientes, Pablito perdió más dientes y cada vez que lo hacía, algo mágico sucedía: su sonrisa se volvían más brillante. Finalmente, un día se miró al espejo y sonrió. Su reflejo le devolvió una sonrisa deslumbrante con sus nuevos dientes, más fuertes y más hermosos.

"Creo que ahora entiendo" - dijo Pablito en voz alta. - “Los dientes que se van, son solo un paso hacia algo mejor".

Desde entonces, Pablito nunca volvió a temer a los cambios. Aprendió que cada cosa que deja de ser, hace espacio para crecer y que, aunque pueden ser difíciles, siempre traen algo maravilloso consigo.

Y así, en el pueblito de Sonrisas, Pablito se convirtió en el niño que enseñaba a otros a no temerle a los nuevos comienzos, un diente a la vez.

FIN.

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