El niño que respiraba felicidad



Había una vez un niño llamado Luis Manuel que vivía en un pequeño pueblo. Luis Manuel era un niño muy especial, ya que tenía la habilidad de controlar sus emociones solo respirando.

Cuando se sentía enojado, triste o muy feliz, simplemente respiraba profundo y calmaba su corazón. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, alguien accidentalmente le tiró su helado favorito al suelo.

Luis Manuel sintió una gran furia dentro de él y estaba a punto de explotar en ira. Pero recordó lo que siempre le decían: "Luis Manuel, si estás enojado, triste o muy feliz solo respira". Así que cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire.

Inhaló lentamente por la nariz y exhaló por la boca. Repitió este proceso varias veces hasta que pudo sentir cómo la rabia se iba disipando poco a poco. Sus amigos se acercaron preocupados y le preguntaron qué había pasado.

Luis Manuel les explicó lo que había ocurrido y cómo utilizó su técnica para calmarse. Sus amigos quedaron impresionados y prometieron intentarlo ellos también cuando se sintieran abrumados por alguna emoción negativa.

Desde aquel día, Luis Manuel se convirtió en el "niño tranquilo" del pueblo. Todos acudían a él cuando necesitaban ayuda para lidiar con sus emociones desbordantes. Un día soleado, mientras caminaba cerca del río con su amigo Lucas, escucharon un llanto proveniente de unos arbustos cercanos.

Se acercaron cautelosos y descubrieron a un cachorrito abandonado. Luis Manuel sintió una tristeza profunda al ver al pequeño animalito en esa situación.

Lucas le preguntó qué podían hacer para ayudarlo, y Luis Manuel respondió: "Luis Manuel, si estás triste solo respira". Ambos cerraron los ojos y tomaron varias respiraciones profundas. Luego, se acercaron al cachorrito con cuidado y lo llevaron a casa de Lucas.

Decidieron llamarlo Max y juntos se encargaron de cuidarlo y darle todo el amor que necesitaba. A medida que pasaban los días, Max se recuperaba y comenzaba a ser un perro muy feliz. Un día, mientras paseaban por el pueblo con Max, vieron a un niño llorando en la plaza.

Se acercaron preocupados y descubrieron que había perdido su pelota favorita. Luis Manuel recordó lo que siempre decía: "Luis Manuel, si estás triste solo respira". Le explicó al niño cómo controlar sus emociones mediante la respiración profunda.

Juntos hicieron varias inhalaciones profundas y exhalaciones lentas hasta que el niño pudo calmarse. Agradecido por la ayuda de Luis Manuel, el niño le preguntó cómo podía devolverle el favor.

Luis Manuel sonrió y le dijo: "Solo asegúrate de ayudar a alguien más cuando lo necesite". Desde ese día, Luis Manuel enseñó a todos en su pueblo sobre la importancia de controlar las emociones para vivir una vida más tranquila y feliz.

Y así, todos aprendieron que cuando están enojados, tristes o muy felices solo tienen que respirar para encontrar paz interior. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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