El niño que rompió las reglas



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un niño llamado Pedro que siempre se metía en problemas. Un día, mientras jugaba en el patio de la escuela, rompió accidentalmente una regla de madera que estaba colgada en la pared. El sonido resonó en todo el lugar y todos los niños se quedaron en silencio mirando la regla rota. La directora, Doña Laura, salió corriendo de su oficina para ver lo que había sucedido.

- ¡Pedro! ¡No puedes andar rompiendo las cosas! -exclamó Doña Laura, con una mirada de decepción.

- Lo siento mucho, no fue mi intención, fue un accidente -se disculpó Pedro, con los ojos llenos de lágrimas.

Doña Laura suspiró y le pidió a Pedro que la acompañara a su oficina. Mientras caminaban, Pedro se sentía cada vez más asustado. Una vez en la oficina, la directora le explicó a Pedro por qué era importante respetar las reglas y cuidar las pertenencias de la escuela. Pedro escuchaba con atención, aunque se sentía muy mal por lo que había hecho.

- Quiero que entiendas que las reglas están para mantener el orden y la seguridad de todos. Espero que puedas reflexionar sobre lo sucedido y aprender de este error -dijo Doña Laura, con un tono firme pero amable.

Pedro asintió con la cabeza y prometió que sería más cuidadoso en el futuro. Esa tarde, Pedro se quedó después de clases para ayudar a reparar la regla que había roto. Con la asistencia de su maestra, Pedro aprendió a lijar la madera y a unir las partes rotas con pegamento. Poco a poco, la regla fue recuperando su forma original, y Pedro se sentía orgulloso de haber contribuido a arreglarla.

A partir de ese día, Pedro se convirtió en el guardián de las reglas de la escuela. Siempre las cuidaba y se aseguraba de que los demás niños las trataran con respeto. Su actitud responsable y su compromiso llamaron la atención de todos, incluida Doña Laura.

- Pedro, has demostrado que eres capaz de redimirte y aprender de tus errores. Estoy muy orgullosa de ti -le dijo la directora, con una sonrisa.

Pedro entendió que, aunque haya cometido un error, siempre había oportunidades para enmendarlo y crecer. Desde entonces, se esforzó por ser un ejemplo para los demás niños, demostrando que todos merecen una segunda oportunidad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!