El niño que sobrevivió
Había una vez un pequeño pueblo llamado Valle Escondido, donde vivía un niño llamado Tomás. Tomás era un chico curioso y siempre estaba explorando los alrededores con su inseparable amigo, un perro llamado Rex.
Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo, Tomás y Rex encontraron un misterioso mapa.
"¿Qué será esto, Rex?" - preguntó Tomás, emocionado.
"¡Guau! ¡Vamos a descubrirlo!" - ladró Rex, moviendo su cola.
Tomás desdobló el mapa y vio que llevaba a un viejo castillo en lo profundo del bosque. Sin pensarlo dos veces, decidió que tenían que ir. Al llegar al bosque, los dos amigos se encontraron con un camino lleno de obstáculos: grandes troncos caídos, arbustos espinosos y riachuelos que cruzar.
"¡Mirá, Rex! Este no es un paseo cualquiera, ¡es una aventura!" - exclamó Tomás mientras saltaba sobre un tronco.
"¡Sí, pero tengamos cuidado!" - respondió Rex, mirando a su alrededor.
Después de mucho esfuerzo, finalmente llegaron a un claro donde se alzaba el castillo. Era viejo y estaba cubierto de enredaderas, pero parecía mágico. Con un gran suspiro de emoción, Tomás empujó la enorme puerta de madera y entró. Las paredes estaban llenas de polvo, pero había algo especial en el lugar.
"¡Mirá estas pinturas!" - dijo Tomás mientras admiraba los murales en las paredes.
"¡Son hermosas! ¿De dónde creés que vienen?" - preguntó Rex, olfateando una esquina.
Mientras exploraban, de repente, escucharon un ruido fuerte que venía de la torre del castillo.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Tomás, temblando un poco.
"Vamos a averiguarlo, ¡puede ser un tesoro!" - dijo Rex, decidido.
Subieron por unas escaleras de piedra que crujían bajo sus pies. Al llegar a la cima, encontraron a un pequeño dragón atrapado en una trampa.
"¡Ayuda, por favor!" - gritó el dragón, con lágrimas en sus ojos.
"¡No te preocupes! Vamos a ayudarte" - respondió Tomás con valentía.
Con la fuerza de Tomás y el ingenio de Rex, lograron liberar al dragón. Estaba tan agradecido que decidió ser su amigo.
"Gracias, pequeños héroes. Me llamo Drago y soy el guardián de este castillo. Si no me hubieran salvado, hubiese estado atrapado para siempre. ¿Qué puedo hacer para agradecerles?" - preguntó el dragón.
"¿Podés llevarnos a un lugar mágico?" - sugirió Tomás, iluminándose los ojos.
"¡Por supuesto! Súbanse en mi espalda y prepárense para volar" - dijo Drago mientras extendía sus alas.
Tomás y Rex montaron sobre el dragón, y juntos volaron hacia arriba, sobre los árboles del bosque. Vieron paisajes que nunca habían imaginado, con ríos brillantes, montañas de colores y campos llenos de flores.
"Esto es maravilloso, Drago!" - gritó Tomás mientras sentía el viento en su cara.
"Sí, cada rincón del mundo tiene su propia magia, solo hay que saber dónde mirar" - contestó Drago.
Después de un rato, Drago los llevó de regreso al castillo.
"Recuerden, siempre hay magia donde hay amistad y valentía. No tengan miedo de explorar y ayudar a otros" - dijo el dragón, despidiéndose.
Tomás y Rex regresaron a su pueblo llenos de alegría y con recuerdos increíbles.
"¡Nunca olvidaremos esta aventura!" - dijo Tomás entusiasmado.
"Y siempre podremos volver a visitar a Drago en el castillo" - respondió Rex moviendo la cola.
Desde ese día, Tomás aprendió que a veces las aventuras más emocionantes suceden cuando menos lo esperas. Además, comprendió la importancia de la valentía y la amistad, y que siempre hay que estar listos para ayudar, porque la verdadera magia está en esos pequeños actos.
Y así, Tomás y Rex siguieron explorando, sabiendo que siempre podrían encontrar algo nuevo y mágico, y quizás un nuevo amigo.
FIN.