El niño que trajo la lluvia de amor



Había una vez un pequeño pueblo llamado Valle Alegre, donde todos los habitantes vivían felices y en armonía con la naturaleza.

En este lugar mágico, cada mañana se podía sentir el dulce aroma de las flores y escuchar el canto de los pájaros. Un día, llegó al pueblo un niño misterioso llamado Tomás. Nadie sabía de dónde venía ni quiénes eran sus padres, pero su presencia llenaba de alegría a todos aquellos que lo conocían.

Además, tenía un don muy especial: podía hacer llover agua brisa. El agua brisa era un tipo de lluvia muy especial que no mojaba a las personas ni arruinaba los cultivos.

Por el contrario, traía consigo una energía positiva y revitalizante para todo lo que tocaba. Los vecinos del pueblo quedaron maravillados al ver cómo las plantas crecían más fuertes y hermosas cuando Tomás hacía caer agua brisa sobre ellas.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Tomás encontró a Lucas, un niño triste y solitario que siempre se sentaba bajo un árbol a leer libros. Al acercarse, vio lágrimas en los ojos de Lucas y decidió acercarse para ofrecerle su amistad.

"Hola ¿qué te pasa?"- preguntó Tomás con curiosidad. "Nadie quiere jugar conmigo porque dicen que soy aburrido"- respondió Lucas con tristeza. Tomás sonrió y le contó sobre su don especial para hacer llover agua brisa.

La cara del pequeño Lucas se iluminó de emoción y juntos se dirigieron al centro del pueblo. Cuando llegaron, todos los habitantes estaban reunidos en la plaza principal. Tomás subió a un pequeño escenario improvisado y explicó que podía hacer llover agua brisa.

La gente estaba emocionada y ansiosa por verlo en acción. Tomás levantó sus manos hacia el cielo, cerró los ojos y se concentró. De repente, comenzaron a caer pequeñas gotas de agua brisa sobre el pueblo.

La multitud estaba maravillada al sentir esa lluvia tan especial acariciando sus rostros. A medida que las gotas de agua brisa caían sobre ellos, las personas sentían cómo su tristeza desaparecía y eran invadidas por una sensación de alegría y esperanza.

Los niños reían, los adultos sonreían y todos se abrazaban sintiéndose llenos de amor. Lucas no podía creer lo que veía y sintió cómo su corazón se llenaba de felicidad al ser parte de aquel momento mágico.

Desde ese día, Lucas nunca más volvió a sentirse solo porque había encontrado amigos verdaderos que lo aceptaban tal como era. El niño misterioso Tomás siguió visitando Valle Alegre cada año para regalarles momentos especiales con su lluvia de agua brisa.

Pero lo más importante fue que enseñó a todos los habitantes del pueblo la importancia de la amistad, la solidaridad y el valorarse unos a otros sin importar nuestras diferencias.

Así, gracias al don especial del niño misterioso Tomás, Valle Alegre se convirtió en un lugar donde la felicidad y el amor reinaban por siempre.

Y Lucas, junto a sus nuevos amigos, aprendió que la verdadera magia estaba en el corazón de las personas y no en los poderes especiales que pudieran tener.

FIN.

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