El niño que unió a los dioses
Había una vez en el universo, un lugar mágico donde los dioses se reunían para crear vida. Cada uno de ellos tenía su propia habilidad especial y juntos formaban un equipo perfecto.
Un día, decidieron crear a los seres más especiales que habían existido: los humanos. Estos seres tendrían la capacidad de pensar, sentir y tomar decisiones por sí mismos. Los dioses estaban emocionados por esta nueva creación.
Pero no todos los dioses estaban de acuerdo en cómo debían ser los humanos. Algunos pensaban que debían tener poderes extraordinarios, mientras que otros creían que debían ser simples y humildes. La discusión entre los dioses comenzó a calentarse hasta llegar a una pelea.
Rayos y truenos llenaron el cielo mientras cada uno defendía su punto de vista con pasión. En medio del caos, apareció un pequeño niño llamado Lucas. Era curioso y valiente, y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
Al ver la pelea entre los dioses, decidió intervenir. Lucas caminó hacia donde estaban peleando y levantó sus manos en señal de paz. "¡Por favor! ¡Dejen de pelear!", exclamó con firmeza pero amabilidad.
Los dioses se sorprendieron al ver al niño hablarles tan valientemente. Se detuvieron inmediatamente y escucharon atentamente lo que Lucas tenía que decirles. "Entiendo que todos ustedes quieren lo mejor para nosotros", dijo Lucas con voz tranquila.
"Pero creo que lo más importante es aprender a trabajar juntos". Los dioses se miraron unos a otros y reflexionaron sobre las palabras de Lucas. Finalmente, se dieron cuenta de que tenían razón.
Decidieron unir sus poderes y crear una versión especial de los humanos: seres llenos de amor, compasión y respeto por la naturaleza y los demás seres vivos. A medida que pasaba el tiempo, estos nuevos humanos demostraban su valía en el mundo.
Construyeron ciudades hermosas, cuidaron del medio ambiente y ayudaron a quienes más lo necesitaban. Lucas se convirtió en el líder de esta nueva generación de humanos, enseñándoles a trabajar juntos para lograr cosas maravillosas.
Los dioses estaban orgullosos de lo que habían creado y aprendieron una lección muy valiosa gracias a Lucas: todos somos diferentes pero podemos encontrar un equilibrio entre nuestras diferencias para hacer del mundo un lugar mejor.
Y así, gracias al coraje y sabiduría de un pequeño niño llamado Lucas, los dioses encontraron la armonía entre ellos mismos y crearon una vida llena de amor y respeto. Desde entonces, los humanos han seguido ese ejemplo y han construido un mundo donde todos pueden vivir en paz.
FIN.