El niño que unió al Sol y la Luna
Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en una casa muy pequeña al lado de un bosque mágico.
Todas las noches, antes de dormir, Mateo salía a su patio a mirar la luna y las estrellas brillantes en el cielo oscuro. Una noche, mientras observaba la luna, vio algo extraño: el sol brillaba junto a ella. Mateo se sorprendió y pensó que algo estaba mal. Decidió ir al bosque para encontrar respuestas.
Al adentrarse en el bosque, Mateo se encontró con la Luna y el Sol discutiendo entre ellos. La Luna le explicó que estaban peleando porque ambos querían brillar en el cielo al mismo tiempo, lo cual era imposible.
Mateo les dijo: "No deberían pelearse. Tanto la Luna como el Sol son importantes y cada uno tiene su momento para brillar". La Luna y el Sol reflexionaron sobre las palabras del niño y decidieron hacer las paces.
"Tienes razón, Mateo", dijo la Luna. "Yo iluminaré la noche mientras tú duermes. ""Y yo iluminaré el día para que puedas descansar", agregó el Sol.
Desde ese día, la Luna y el Sol alternaron sus turnos para brillar en el cielo, creando un equilibrio perfecto entre la noche y el día. Mateo regresó a su casa feliz por haber ayudado a resolver el conflicto entre la Luna y el Sol.
A partir de entonces, todas las noches salía al patio a observar cómo la Luna iluminaba su camino durante la noche, sabiendo que también había espacio para que brille el Sol durante el día.
Y así, gracias a la sabiduría de un niño, la armonía volvió al cielo y todos vivieron felices bajo los destellos de luz tanto del día como de la noche.
FIN.