El niño rojo y el valor de la amistad


En una pequeña ciudad vivía Lucas, un niño rojo como un tomate. Desde que era chiquito, su color de piel llamaba la atención de todos.

Un día, cuando llegó al jardín de infantes, los otros niños comenzaron a burlarse de él por su tono rojizo. -¡Miren al tomate humano! -se burlaban. Lucas se sentía triste y solo. No entendía por qué todos se reían de él. Cada día era lo mismo, y Lucas ya no quería ir a la escuela.

Un día, cansado de las burlas, se sentó bajo un árbol y se echó a llorar. En ese momento, se acercó Sofía, una niña con rulos dorados que lo miró con ternura. -¿Por qué estás llorando? -le preguntó.

Lucas le contó todo lo que sucedía. Sofía lo escuchó atentamente y le tendió la mano. -No te preocupes, Lucas. Yo seré tu amiga y juntos enfrentaremos a quienes se burlan de ti. Desde ese día, Sofía y Lucas se volvieron inseparables.

Con el apoyo de su nueva amiga, Lucas aprendió a valorarse a sí mismo. En lugar de sentir vergüenza por su color de piel, comenzó a sentir orgullo por ser único.

Poco a poco, su actitud positiva comenzó a influir en los otros niños. La valentía de Lucas y la amistad de Sofía inspiraron a sus compañeros a ser más comprensivos y respetuosos. El bullyn dejó de existir y todos aprendieron la importancia de la empatía y la amistad.

Lucas entendió que ser diferente no era malo, sino especial. Y Sofía demostró que una verdadera amistad puede cambiarlo todo.

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