El niño salvaje



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en la naturaleza con sus amigos, las urracas y los perros.

Desde pequeño, había aprendido a sobrevivir en el bosque gracias a su padre, quien le enseñó todo lo que necesitaba saber para cuidarse a sí mismo. Tomás era muy feliz viviendo rodeado de árboles y animales, pero sabía que no todos los niños tenían la misma suerte que él.

Por eso, decidió compartir su conocimiento con otros niños y ayudarlos a descubrir la belleza de la naturaleza. Un día, mientras exploraba el bosque con sus amigos caninos y alados, se encontró con un grupo de niños de la ciudad.

Ellos estaban perdidos y asustados porque no sabían cómo regresar a casa. "¿Qué les pasa?" -preguntó Tomás. "Nos hemos perdido en el bosque" -respondió uno de los niños-. "No sabemos cómo volver". Tomás sonrió amablemente y les ofreció ayuda:"No se preocupen.

Yo sé cómo navegar por el bosque. Los guiaré hasta donde necesiten ir". Los niños aceptaron encantados y siguieron al pequeño aventurero junto con sus fieles compañeros caninos y alados.

Durante el camino, Tomás les mostró las plantas comestibles del bosque, les enseñó cómo construir refugios temporales e incluso les contó historias sobre los animales del lugar. Pero cuando llegaron cerca del final del trayecto algo extraño pasó: un enorme oso apareció frente ellos gruñendo ruidosamente como si quisiera atacarlos.

Los niños comenzaron a gritar y correr en todas direcciones, pero Tomás sabía que eso sólo empeoraría las cosas. Rápidamente pensó en una solución. "¡Alto!" -gritó Tomás alzando la voz-. "¡No corran! Los osos tienen miedo de las urracas".

Los niños se detuvieron sorprendidos mientras el oso se acercaba cada vez más. Tomás tomó un puñado de piedras y comenzó a lanzarlas hacia el árbol donde estaban posados sus amigos alados.

Las urracas comenzaron a graznar fuertemente y volaron hacia el oso, picoteándolo en la cabeza y haciéndolo retroceder. El oso se alejó gruñendo mientras los niños observaban maravillados cómo las urracas defendían su territorio.

Desde ese día, los niños aprendieron a respetar la naturaleza y a no tenerle miedo gracias a su amigo Tomás. Y así fue como Tomás demostró que con conocimiento, perseverancia y amistad podemos superar cualquier obstáculo en nuestra vida.

FIN.

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