El niño sin nombre



Había una vez un niño que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde que era muy pequeño, el niño sabía que algo le faltaba, pero no podía descubrir qué era. Un día, mientras jugaba en el bosque, se le acercó un pájaro muy curioso. -

¡Hola, pequeño! ¿Por qué tienes esa carita tan triste? -le preguntó el pájaro con voz amigable. El niño suspiró y le contó al pájaro que no sabía cuál era su nombre. -

Todos en el pueblo tienen un nombre, menos yo. Me siento muy triste por no saber quién soy en verdad. El pájaro, con una sonrisa cálida, le dijo al niño que no se preocupara, que juntos descubrirían su verdadero nombre. El pájaro propuso al niño que recorrieran el bosque en busca de pistas sobre su identidad. Durante días, exploraron cada rincón, hablaron con los animales del bosque y buscaron en cada árbol, pero no lograron encontrar ninguna pista. Una tarde, mientras descansaban al lado de un arroyo, el pájaro miró fijamente al niño y le dijo: -

A veces, lo que buscamos está justo delante de nuestras narices. El niño estaba confundido, pero antes de que pudiera preguntar, el pájaro continuó: -

¿Qué es lo que más te gusta hacer? El niño pensó por un momento y respondió: -

Me encanta observar el cielo por las noches. Me hace sentir tranquilo y feliz. El pájaro sonrió y le dijo: -

Entonces, esa es tu pista. Mañana por la noche, ven al bosque y observa el cielo. Esa noche, el niño esperó ansioso a que llegara la hora. Finalmente, se adentró en el bosque y miró hacia arriba. En ese momento, una estrella fugaz pasó velozmente ante sus ojos, iluminando el cielo con su brillo. El niño sintió una extraña conexión y en ese instante supo cuál era su verdadero nombre: Estrella. Lleno de alegría, corrió hacia el pájaro y le contó emocionado lo que había sucedido. El pájaro, orgulloso, le dijo: -

Ahora tienes un nombre que refleja tu brillo interior. Desde ese día, Estrella vivió feliz y seguro de quién era. Descubrir su nombre le enseñó que la respuesta a veces está en lo más profundo de uno mismo y que la verdadera identidad no se encuentra afuera, sino dentro de cada uno. Y así, Estrella siguió brillando con luz propia en su pequeño pueblo, inspirando a otros a descubrir su verdadero ser.

FIN.

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