El niño solidario
Había una vez en el pequeño pueblo de Villa Tranquilidad, un niño llamado Mateo. Mateo era conocido por ser el más perezoso y desinteresado de todos los niños del lugar.
No le importaba jugar con sus amigos, aprender cosas nuevas o ayudar a los demás. Siempre decía: "No quiero nada, pero naaaaaaaaaao". Un día soleado, mientras caminaba sin rumbo por el parque, Mateo se encontró con un viejo sabio llamado Don Ramiro.
Don Ramiro era famoso por su gran sabiduría y siempre tenía una historia interesante que contar. "Hola Mateo", dijo Don Ramiro con una sonrisa amable. "He oído que no quieres nada, pero naaaaaaaaaao ¿Es eso cierto?"Mateo asintió con indiferencia.
"Bueno, déjame contarte la historia de Tomás", continuó Don Ramiro. "Tomás solía ser como tú, no quería nada y vivía sin ningún propósito en la vida". Intrigado por la historia, Mateo se sentó junto a Don Ramiro para escucharla.
"Tomás pasaba sus días tumbado en su cama viendo televisión sin hacer absolutamente nada productivo", relató Don Ramiro.
"Hasta que un día algo inesperado sucedió: ¡Un hada mágica apareció frente a él!"Los ojos de Mateo se iluminaron ante la idea de un hada mágica. "El hada mágica le concedió a Tomás un deseo especial", continuó Don Ramiro emocionadamente. "Le dijo que podía tener todo lo que quisiera en la vida si tan solo descubría qué era lo que realmente quería".
Mateo pensó en las palabras del hada mágica y comenzó a reflexionar sobre su propia vida. "Tomás se puso a pensar seriamente sobre lo que realmente deseaba", dijo Don Ramiro.
"Y poco a poco, descubrió que le apasionaba ayudar a los demás". Mateo quedó intrigado por la historia y preguntó: "¿Qué hizo Tomás entonces?""Tomás decidió cambiar su actitud y empezó a buscar oportunidades para ayudar a los demás", respondió Don Ramiro.
"Ayudaba en el jardín comunitario, visitaba a los ancianos solitarios e incluso organizaba eventos para recaudar fondos para causas benéficas". Mateo reflexionó sobre la historia de Tomás y se dio cuenta de que nunca había intentado hacer algo bueno por los demás.
"Don Ramiro, creo que he estado equivocado todo este tiempo", admitió Mateo con humildad. "Desde ahora quiero intentar encontrar algo que me apasione y hacer una diferencia en mi comunidad".
Don Ramiro sonrió orgulloso mientras veía cómo Mateo cambiaba su actitud ante la vida. A partir de ese día, Mateo se convirtió en un niño lleno de energía y entusiasmo. Descubrió su amor por el arte y comenzó a pintar murales hermosos en las paredes del pueblo.
Su trabajo no solo alegraba a los habitantes, sino que también inspiraba a otros niños a encontrar sus propias pasiones. La historia de Mateo se difundió rápidamente por todo Villa Tranquilidad, convirtiéndolo en un ejemplo viviente para todos los niños perezosos y desinteresados.
Y así, Mateo aprendió que no querer nada, pero naaaaaaaaaao no era la respuesta. Encontrar su pasión y ayudar a los demás le dio un propósito en la vida y lo llenó de alegría y satisfacción.
Desde entonces, Mateo siempre decía: "No quiero nada, ¡pero tengo tanto por hacer!". Y así vivió feliz para siempre, inspirando a otros a descubrir sus propias pasiones y hacer una diferencia en el mundo.
FIN.