El Niño Solitario y su Amigo Ideal
Había una vez un niño llamado Lucas, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy pequeño, Lucas era un niño diferente. No le gustaba jugar al fútbol como los demás chicos de su edad, ni saltar la soga por las tardes. En vez de eso, pasaba horas en su taller de manualidades, donde su imaginación volaba sin límites.
Un día, mientras recolectaba materiales en su taller, Lucas decidió que ya no quería estar solo. Entonces tuvo una idea brillante: ¡construiría a su amigo ideal! Juntó cajas de cartón, pedacitos de tela, botones y un montón de pegamento. Poco a poco, fue dando forma a su creación.
Después de varias horas, Lucas miró con satisfacción su obra. Ahí estaba, un muñeco de trapo muy peculiar, con una gran sonrisa y unos ojos de botón que parecían brillar.
"¡Eres perfecto! Te llamaré Toby!" - exclamó Lucas emocionado.
Toby se convirtió en el mejor amigo de Lucas. Juntos exploraban el bosque cercano, hacían manualidades y contaban historias antes de dormir. Sin embargo, había algo que Lucas no había considerado: Toby, aunque era el mejor amigo que uno podía imaginar, no podía hablar de verdad.
Un día, mientras paseaban por el pueblo, Lucas vio a un grupo de niños jugando a la pelota.
"¿Por qué no te unes a ellos, Toby?" - dijo Lucas, entusiasmado.
"¡Claro que sí!" - respondió Toby con su voz imaginada por Lucas.
Sin embargo, al acercarse al grupo, los niños miraron a Lucas y a su amigo de trapo con curiosidad. Uno de ellos, Nicolás, se acercó y preguntó:
"¿Por qué no traés a un amigo de verdad?"
Lucas se sintió un poco triste y respondió:
"Toby es mi amigo. No lo ven como yo, pero es especial para mí."
"¿Pero puede jugar al fútbol?" - insistió Nicolás.
Lucas se quedó pensando. Toby no podía correr ni patear una pelota, y aunque era un gran amigo, él también deseaba jugar y compartir risas con otros niños. Así que esa noche, mientras se preparaba para dormir, decidió que necesitaba cambiar algo.
"Toby, quiero que puedas jugar como los demás" - dijo Lucas con determinación.
Con ayuda de herramientas y un poco de magia de la imaginación, Lucas decidió añadirle a Toby unas piernas móviles y brazos reforzados. Al día siguiente, Lucas llevó a Toby nuevamente al parque. Esta vez, todos notaron que Toby no solo estaba para ver, ¡sino que podía jugar!"¡Miren!" - gritó Lucas mientras Toby corría detrás de la pelota.
Los otros niños empezaron a reír y aplaudir. No solo porque Toby podía jugar, sino porque Lucas se había atrevido a ser diferente.
"¡Queremos jugar con ustedes!" - dijeron otros niños animándose. Fue así que el parque se llenó de risas y juegos, donde Lucas, Toby y los demás comenzaron a hacer nuevos amigos juntos.
Días después, al finalizar el juego, uno de los nuevos amigos de Lucas, Sofía, le hizo una pregunta:
"¿Por qué hiciste a Toby tu amigo y no te fuiste con nosotros de una vez?"
"Porque todos somos diferentes. Necesitaba un amigo que entendiera mis días de soledad. Pero al crear a Toby, también entendí que podría abrirme a nuevas amistades" - contestó Lucas.
Los niños se quedaron muy pensativos y empezaron a hablar sobre sus propias diferencias y lo que los hacía únicos. Comprendieron que a veces lo que más necesitaban era la imaginación y la voluntad de poner la amistad primero.
Meses después, Lucas seguía jugando con sus amigos y con Toby, quien se había convertido en un símbolo de su creatividad. Lucas también había aprendido a disfrutar de las diferencias y a hacer sentir a todos bienvenidos, ya fueran de cartón o de carne y hueso.
"¡Gracias por ser mi amigo, Toby!" - dijo Lucas un día, mientras miraba el atardecer.
"¡Siempre estaré a tu lado!" - respondió Toby, llenando el corazón de Lucas con felicidad.
FIN.