El niño tímido y los números mágicos



Había una vez en un pintoresco pueblo argentino, un niño llamado Mateo. Desde pequeño, Mateo tenía dificultades para comunicarse con los demás. Era sumamente tímido y siempre le costaba expresarse, sobre todo a la hora de contar. No era que no supiera, sino que le costaba mucho hablar en público.

En la escuela, Mateo se sentía incómodo cuando la maestra pedía que contaran del uno al diez en voz alta. Siempre se ponía colorado y tartamudeaba al pronunciar los números. Esto hacía que algunos de sus compañeros se burlaran de él, lo que lo entristecía mucho. Mateo ansiaba poder hablar con seguridad y sin miedo.

Un día, mientras estaba solo en su habitación, Mateo reflexionó sobre su situación. Fue entonces cuando recordó las palabras de su abuela: 'la práctica hace al maestro'. Así que, decidido a superar sus dificultades, tomó una libreta y un lápiz y comenzó a practicar contando en voz alta, primero en voz baja y luego cada vez más alto. Al principio le costaba mucho, pero con el tiempo, se dio cuenta de que se le hacía más fácil.

Mateo también empezó a relacionarse con los números de una manera especial. Descubrió que podía ver patrones y formas en ellos, lo que lo hacía sentirse más cómodo y seguro. Pronto, los números se convirtieron en sus amigos, y él en su traductor.

Su maestra notó la mejoría de Mateo y un día, durante una clase de matemáticas, le pidió que resolviera un problema en el pizarrón. Al principio, Mateo titubeó, pero recordó lo mucho que había practicado y respiró hondo. Lentamente se acercó al pizarrón y comenzó a resolver el problema. Para su sorpresa, lo resolvió de manera impecable, con una seguridad que nunca antes había experimentado. La clase entera lo aplaudió y la maestra lo felicitó. Mateo se sintió tan feliz que sus ojos brillaron como nunca antes. Desde ese día, todos en la escuela admiraban y respetaban a Mateo por su valentía y esfuerzo.

Con el tiempo, Mateo se convirtió en el mejor estudiante de matemáticas de su escuela. Ya no era solo un niño tímido, sino un niño valiente y seguro de sí mismo, capaz de comunicarse con los números de una manera mágica. Y es que, como siempre le decía su abuela, 'nada es imposible si se practica con amor y dedicación'.

FIN.

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