El niño valiente y curioso



Había una vez, en el tranquilo pueblo de Alconchel, un niño llamado Kalel. Kalel era un chico valiente y curioso que siempre estaba buscando aventuras.

Vivía con su abuelo, Don Ramón, quien solía contarle historias emocionantes sobre el antiguo castillo que se encontraba en lo alto del cerro. Una noche, mientras Kalel dormía plácidamente en su habitación, escuchó un ruido extraño proveniente del castillo. Intrigado por lo que podría ser, decidió investigar por sí mismo.

Sin hacer ruido para no despertar a su abuelo, se dirigió sigilosamente hacia el cerro. Cuando llegó al castillo, notó una figura misteriosa entre las sombras.

Era La Zaragutía Mora, la mujer fantasma que asustaba a los niños del pueblo durante la noche. Aunque Kalel tenía miedo, recordó las palabras de su abuelo: "El coraje es enfrentar tus miedos". Con ese pensamiento en mente, decidió acercarse a la Zaragutía. - ¡Hola! -saludó Kalel tímidamente.

La Zaragutía Mora se sorprendió al ver a un niño acercándose a ella sin temor alguno. - ¿Quién eres tú? -preguntó la Zaragutía con voz temblorosa. - Soy Kalel -respondió el niño-.

Vine aquí porque tengo curiosidad por saber quién eres y por qué asustas a los niños del pueblo. La Zaragutía Mora suspiró profundamente y comenzó a contarle su historia a Kalel. Resulta que ella había sido una mujer muy triste y solitaria cuando estaba viva.

Después de morir, su espíritu quedó atrapado en el castillo y se convirtió en la Zaragutía Mora. Asustar a los niños era su única forma de sentirse viva. Kalel escuchó atentamente la historia de la Zaragutía y sintió compasión por ella.

- La Zaragutía, entiendo que te sientas sola y triste, pero asustar a los niños no es la solución. ¿No preferirías encontrar una manera de ser feliz? La Zaragutía Mora miró al niño con ojos llenos de nostalgia.

- Pero ¿cómo podría ser feliz si ya no tengo cuerpo ni vida? Kalel sonrió y respondió:- La felicidad está en las pequeñas cosas, como disfrutar del sol que brilla cada mañana o compartir momentos especiales con otras personas.

Tal vez si encuentras algo que te haga sentir bien, puedas dejar de asustar a los niños y encontrar tu propia paz interior. La Zaragutía reflexionó sobre las palabras del niño y decidió seguir su consejo.

A partir de ese día, comenzó a explorar el castillo en busca de nuevas experiencias. Descubrió un jardín secreto donde florecían hermosas rosas rojas y aprendió a tocar música en un viejo piano abandonado.

Poco a poco, los niños de Alconchel dejaron de tener miedo de la Zaragutía Mora. En lugar de eso, empezaron a visitarla para escuchar sus historias e incluso aprender algunas melodías del piano.

Con el tiempo, Kalel se convirtió en un gran amigo de la Zaragutía y juntos descubrieron que la verdadera felicidad no está en asustar a los demás, sino en encontrar alegría en las cosas simples y en compartir momentos especiales con quienes nos rodean.

Y así, gracias a la valentía y compasión de Kalel, La Zaragutía Mora encontró su propia felicidad y el pueblo de Alconchel aprendió una importante lección sobre el poder del amor y la amistad.

Desde aquel día, nunca más hubo miedo ni tristeza en el castillo del cerro, solo risas y melodías que llenaban el aire. Fin.

FIN.

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