El niño verde



Había una vez un niño llamado Tiago, a quien le encantaba pasar tiempo en el jardín de su abuela. Allí, entre las flores y los árboles, se sentía feliz y en paz.

Un día, su abuela le pidió un favor muy especial: cuidar todas las plantas mientras ella estaba fuera de la ciudad. - ¡Tiago, quiero que te hagas cargo de regar las plantas todos los días! -le dijo su abuela con una sonrisa cariñosa.

- ¡Sí, abuela! ¡Lo haré lo mejor posible! -respondió Tiago emocionado por la responsabilidad. Desde ese momento, Tiago se convirtió en el guardián del jardín. Cada mañana, tomaba su regadera y recorría cada rincón para asegurarse de que ninguna planta estuviera sedienta.

Aprendió a reconocer cuáles necesitaban más agua y cuáles preferían estar a la sombra. Se esforzaba al máximo para mantenerlas sanas y felices.

Un día, mientras regaba las rosas, notó que una de ellas no lucía tan radiante como las demás. Se acercó cuidadosamente y descubrió que tenía algunas hojas marchitas. - ¿Qué te pasa, pequeña rosa? ¿Estás triste? -preguntó Tiago con ternura. La rosa parecía susurrarle que necesitaba más amor y atención.

Entonces, Tiago decidió investigar cómo podía ayudarla a recuperarse. Buscó en internet consejos sobre el cuidado de las rosas y habló con vecinos expertos en jardinería. Gracias a su dedicación y empeño, la rosa comenzó a mejorar poco a poco.

Sus pétalos volvieron a brillar con intensidad y desprendían un aroma delicioso que alegraba todo el jardín. Tiago se sintió orgulloso de haber logrado revivir una planta tan especial.

Con el paso de los días, todas las plantas del jardín florecieron aún más hermosas gracias al amor y cuidado de Tiago. Su abuela regresó sorprendida al ver lo bien que había mantenido todo.

- ¡Tiago! ¡Estoy impresionada! El jardín nunca ha estado tan bonito como ahora -exclamó su abuela emocionada. - Gracias, abuela. Fue un honor cuidarlo para ti -respondió Tiago con una sonrisa radiante.

Desde entonces, Tiago supo que ser el guardián del jardín era mucho más que regar plantas: era cultivar paciencia, empatía y perseverancia; valores fundamentales para hacer crecer no solo flores sino también amistades verdaderas y sueños inquebrantables.

FIN.

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