El niño volador
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Mateo. Mateo era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró una vieja lámpara mágica enterrada en el suelo. Curioso por descubrir lo que había dentro, Mateo frotó la lámpara y para su sorpresa, apareció un genio.
El genio le dijo a Mateo que tenía derecho a tres deseos y que podía pedir cualquier cosa que quisiera. Mateo pensó durante un momento y decidió que su primer deseo sería tener la habilidad de volar como los pájaros. El genio asintió y con un chasquido de sus dedos, Mateo se elevó en el aire.
Se sentía tan libre y emocionado al poder ver todo desde arriba. Mientras volaba sobre el pueblo, Mateo vio algo inusual: una gran nube negra cubría la tierra y parecía estar causando problemas a las personas del lugar.
Decidido a ayudar, usó su segundo deseo para eliminar la nube negra. Al instante, la nube desapareció y los rayos del sol iluminaron nuevamente el pueblo.
Las personas estaban felices y agradecidas por haber recuperado la luz en sus vidas. Pero justo cuando Mateo estaba disfrutando de su hazaña, vio algo aún más extraño: un grupo de animales atrapados en una trampa cazadora.
Sabiendo que tenía que hacer algo al respecto, decidió usar su tercer deseo para liberar a los pobres animales indefensos. Con otro chasquido de los dedos del genio, las trampas desaparecieron y los animales pudieron correr libres una vez más.
Mateo se sintió tan feliz de haberlos ayudado y sabía que había hecho algo bueno para el mundo. Después de usar sus tres deseos, el genio le dijo a Mateo que estaba muy orgulloso de él por haber usado su poder para hacer cosas positivas.
El genio también le dijo que siempre estaría ahí para ayudarlo si alguna vez necesitaba algo más. A partir de ese día, Mateo siguió explorando el mundo con su nueva habilidad para volar y siempre buscando maneras de ayudar a quienes lo rodeaban.
Aprendió la importancia de ser generoso, valiente y nunca dudar en usar su poder para hacer el bien. Y así, Mateo se convirtió en un verdadero héroe en su pueblo, inspirando a otros niños a seguir su ejemplo.
Todos aprendieron que incluso las personas más pequeñas pueden tener un gran impacto en el mundo cuando usan sus habilidades para hacer cosas buenas.
Desde entonces, Mateo vivió muchas aventuras emocionantes y siempre recordó la lección que aprendió: nunca subestimes el poder de tus acciones y nunca dudes en usarlo para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.