El niño y el corcel blanco


Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de verdes prados y altas montañas, un niño llamado Juanito. Desde muy pequeño, Juanito tenía una fascinación especial por los caballos.

Pasaba horas observándolos correr por los campos, admirando su fuerza y elegancia. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Juanito le confesó a su mamá su más grande deseo: "Mamá, yo quiero ser un caballo".

Su mamá lo miró sorprendida pero con amor en sus ojos y le dijo: "Juanito, tú puedes ser lo que quieras ser si trabajas duro y pones tu corazón en ello". Desde ese día, Juanito se propuso convertirse en un caballo.

Comenzó a estudiar todo sobre ellos: cómo se alimentaban, cómo se cuidaban, cómo corrían tan rápido. Pasaba horas imitando sus movimientos y relinchos. Incluso empezó a trotar como ellos por el campo.

Un día, mientras Juanito trotaba por el bosque imitando a los caballos, escuchó un relincho real a lo lejos. Se acercó cautelosamente y descubrió a un hermoso caballo blanco con manchas negras bebiendo agua de un arroyo.

El caballo levantó la cabeza al notar la presencia de Juanito y lo miró fijamente con sus grandes ojos oscuros. —"Hola" , saludó tímidamente Juanito. El caballo relinchó suavemente como si estuviera respondiendo al saludo. "¿Puedo ser tu amigo?" preguntó Juanito con una sonrisa.

El caballo asintió con la cabeza y comenzaron a jugar juntos entre los árboles. Los días pasaron y la amistad entre Juanito y el caballo crecía cada vez más fuerte. Juntos recorrían los prados saltando vallas imaginarias y galopando libres por la naturaleza.

La gente del pueblo comenzó a murmurar sobre el extraño niño que quería ser un caballo, pero para Juanito eso no importaba; él era feliz viviendo su sueño.

Una mañana soleada, mientras juanito estaba jugando con su amigo equino cerca del río, escucharon gritos desesperados provenientes del pueblo. Corrieron rápidamente hacia allí y descubrieron que una niña había caído al río y estaba siendo arrastrada por la corriente.

Sin dudarlo ni un segundo, el caballo blanco se lanzó al agua e instintivamente nadó hasta donde estaba la niña. Con esfuerzo logró llevarla hasta la orilla donde juanito esperaba angustiado. Juntos lograron rescatarla justo a tiempo.

La noticia del valiente rescate se extendió rápidamente por el pueblo y todos admiraban al increíble dúo formado por juanito y su amigo equino. A partir de ese día, ya no veían a juanito como el extraño niño que quería ser un caballo; ahora lo veían como un héroe.

Juanita regresó sana gracias al coraje del valiente equino blanco guiado por juanita quien siempre supo que podia llegar hacer cualquier cosa si asi lo deseaba.

Y así fue como juanita aprendió que no necesitaba convertirse en algo más para hacer cosas extraordinarias; solo necesitaba creer en sí mismo y tener amigos tan especiales como aquel noble compañero que siempre estaría dispuesto ayudarlo sin importar nada mas.

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