El Niño y el Lobo
Había una vez, en un pequeño pueblo al sur de Argentina, un niño llamado Lucas que amaba explorar la naturaleza. Un día decidió aventurarse en el bosque cercano a su casa. El sol brillaba y los pájaros cantaban, pero Lucas no sabía que pronto se encontraría con un personaje muy especial.
Mientras caminaba, escuchó un susurro entre los árboles.
"¿Hay alguien ahí?" - preguntó Lucas con curiosidad.
No obtuvo respuesta, pero siguió su camino. De repente, un lobo apareció frente a él. Era un lobo grande, con un pelaje grisáceo y unos ojos amarillos que brillaban con inteligencia. Por un momento, Lucas se sintió asustado, pero luego recordó que los cuentos decían que muchas veces los animales no eran como los pintaban.
"Hola, pequeño" - dijo el lobo con una voz profunda y serena. "No tengas miedo, soy Wolfy, y no voy a hacerte daño."
"¿Qué haces aquí, Wolfy?" - preguntó Lucas, intrigado.
"Soy el protector de este bosque. Ayudo a los animales a vivir en armonía, pero últimamente he tenido problemas. Necesito tu ayuda."
"¿Ayuda? ¿Cómo puedo ayudarte yo?" - replicó Lucas, ya más animado.
El lobo le explicó que había un grupo de animales que estaban discutiendo entre ellos por un lugar para beber agua. Cada vez que un grupo llegaba, el otro se iba y no podían encontrar la paz. Lucas decidió ayudar a Wolfy y juntos caminaron hacia el claro donde el conflicto sucedía.
Cuando llegaron, vieron a un grupo de ciervos y un grupo de conejos discutiendo. Lucas se adelantó y, con su voz amistosa, les dijo:
"¡Hola a todos! No necesitamos pelear. Hay suficiente agua para todos si nos organizamos. ¿Qué les parece si hacemos turnos para beber?"
Los animales se miraron, confundidos por la propuesta. El ciervo más grande, llamado Rufus, dijo:
"Pero, ¿y si el agua se acaba?"
Lucas, recordando la sabiduría de Wolfy, contestó:
"Podemos hacer una fila. Mientras uno bebe, los demás pueden relajarse y esperar su turno. Todos tenemos que trabajar juntos."
Los animales se miraron entre sí y, poco a poco, comenzaron a asentir. Finalmente, acordaron formar una fila y uno a uno empezaron a beber agua. Todos estaban felices y agradecidos.
Wolfy se acercó a Lucas y le dijo:
"Has hecho un gran trabajo, pequeño amigo. Has demostrado que con comunicación y paciencia, se pueden resolver los problemas."
"Gracias, Wolfy. Me alegra haber podido ayudar" - respondió Lucas, sonriendo.
Luego de resolver el conflicto, Lucas se despidió de los animales y del lobo, prometiendo regresar al bosque para seguir explorando y ayudando.
"Recuerda, siempre que necesiten ayuda, aquí estaré" - dijo Wolfy mientras se retiraba entre los árboles.
Desde aquel día, el niño y el lobo se convirtieron en grandes amigos. Lucas entendió que muchas veces los miedos son producto de lo que no conocemos y que, al hablar y encontrar soluciones juntos, todos pueden vivir en armonía. Y así, Lucas siguió visitando el bosque, aprendiendo de la naturaleza y ayudando a sus habitantes siempre que era necesario.
Y colorín colorado, este cuento aún no ha terminado. ¡Siempre habrá nuevas aventuras en la naturaleza!
FIN.