El niño y el triceratops


Había una vez un niño llamado Bartolome que amaba los dinosaurios. Él tenía juguetes de dinosaurios, libros de dinosaurios y se sabía todos los nombres de las especies.

Un día, mientras jugaba en el parque, Bartolome vio algo increíble: un portal mágico. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él y antes de darse cuenta, se encontró rodeado por enormes árboles prehistóricos y criaturas gigantes.

Bartolome estaba asustado al principio, pero luego recordó que siempre había querido tener una aventura con los dinosaurios. Así que decidió explorar su nuevo entorno. Mientras caminaba por la selva, Bartolome encontró a un pequeño triceratops llorando. "- ¿Qué pasa?" preguntó el niño preocupado.

"- Me he perdido de mi manada", respondió el triceratops entre sollozos. Bartolome no sabía cómo ayudar al triceratops a encontrar su camino a casa, pero decidió quedarse con él hasta que pudieran resolver el problema juntos.

Mientras tanto, tuvieron algunas aventuras emocionantes juntos como escalar montañas y deslizarse por toboganes naturales. Pero también tuvieron momentos difíciles cuando se enfrentaron a depredadores peligrosos como el T-Rex.

Finalmente, después de muchos días explorando la selva prehistórica juntos, Bartolome y el triceratops encontraron la manada del pequeño dinosaurio extraviado. Ellos lo recibieron con alegría y gratitud; incluso le invitaron a quedarse para jugar y aprender más sobre la vida de los dinosaurios.

Bartolome estaba muy triste de dejar a su nuevo amigo, pero sabía que tenía que volver a casa. Cuando llegó al portal mágico, se dio cuenta de que había aprendido muchas cosas nuevas sobre los dinosaurios y lo importante que es ayudar a otros cuando están en problemas.

Cuando finalmente regresó al parque donde había empezado su aventura, Bartolome miró hacia atrás con una sonrisa en su rostro. Sabía que siempre tendría un lugar especial en su corazón para aquellos amigos prehistóricos con los que compartió una gran aventura.

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