El niño y la figura perdida



En un pequeño pueblo llamado Colores, habitaba un niño llamado Luca. Luca era un niño muy curioso y soñador, siempre buscaba aventuras en su alrededor. Un día, mientras exploraba el bosque que estaba detrás de su casa, encontró una figura muy peculiar: era una pequeña estatuilla de un animal desconocido, muy distinta a cualquier criatura que hubiese visto. La figura estaba cubierta de polvo y hojas, como si hubiera estado perdida por mucho tiempo.

- ¡Hola! ¿Quién sos? - dijo Luca, mirando la figura con sus grandes ojos.

A pesar de que la figura no respondió, Luca sintió que había algo especial en ella. Decidió llevársela a casa y mostrarle a su mejor amigo, Simón.

Al llegar a casa, Luca se apresuró a contarle a Simón sobre su hallazgo.

- Mirá, Simón, encontré algo increíble en el bosque. ¡Esta figura no parece de este mundo! - exclamó Luca emocionado.

- Wow, Luca. ¡Es muy rara! ¿Qué pensarías si la limpiamos y vemos qué sucede? - sugirió Simón.

Los dos amigos se pusieron manos a la obra. Limpiaron la figura hasta que brilló con todo su esplendor. Fue entonces cuando notaron que, de repente, la figura comenzó a brillar y emitir una luz suave.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Simón, retrocediendo algo asustado.

- No lo sé... pero me gusta. - respondió Luca con una risa contagiosa.

En ese instante, la figura cobró vida y se transformó en un pequeño animalito con alas de colores.

- ¡Gracias por liberarme! - dijo el animalito con una vocecita angelical.

Luca y Simón se miraron asombrados y emocionados.

- ¿Sos un unicornio? - preguntó Luca.

- No, soy un Chispito, un guardián de sueños y aventuras. Me perdí mientras intentaba ayudar a un niño a encontrar su camino. - explicó el Chispito.

- ¿Qué niño? - preguntó Simón, ahora intrigado.

- Se llama Tomás, y vive en el pueblo de al lado. Tiene miedo de explorar el mundo exterior. - dijo el Chispito con tristeza.

Luca sintió un impulso en su corazón. Quería ayudar a Tomás.

- Nosotros podemos ayudarte, Chispito. $Vamos juntos a encontrarlo! - exclamó Luca con determinación.

- ¡Sí! Lo haremos juntos. - agregó Simón, entusiasmado.

Los tres amigos partieron en busca de Tomás. Al principio, el camino fue lleno de retos. Tuvieron que cruzar un arroyo, escalar una colina y atravesar un campo lleno de flores, pero cada desafío los hizo más fuertes y unidos. El Chispito guiaba a Luca y Simón, mostrándoles formas de solucionar los problemas que encontraban.

Mientras tanto, Tomás estaba en su casa, sintiéndose muy solo.

- Ojalá pudiera salir a jugar, pero tengo miedo de caerme, de perderme... - murmuraba.

Finalmente, Luca, Simón y el Chispito llegaron a la casa de Tomás. Cuando el Chispito lo vio, se acercó volando.

- ¡Tomás! - gritó. - No temas, tus amigos han venido a ayudarte.

Tomás miró al animalito y se asombró.

- ¿Tú hablas? - preguntó entre asustado y fascinado.

- Sí, y estoy aquí para acompañarte en una aventura. - respondió el Chispito.

Luca y Simón se acercaron a Tomás.

- ¡Vamos a jugar, Tomás! Hay un mundo esperando por nosotros. - dijo Luca entusiasmado.

Tomás miró a sus amigos y sintió una chispa de valentía.

- ¿De verdad? ¿Puedo? - preguntó, dudando todavía.

- Por supuesto, juntos estamos más fuertes. - dijo Simón con una sonrisa cálida.

Tomás finalmente decidió unirse a ellos. Salieron al aire libre y empezaron a jugar en el campo. Corrieron, saltaron, rieron y se divirtieron como nunca antes. Tomás se dio cuenta de que, a pesar de sus temores, podía disfrutar del mundo que tanto había anhelado explorar.

- ¡Miren! - dijo Tomás mientras saltaba por encima de una pequeña colina. - ¡Esto es increíble! -

El Chispito sonrió al ver la felicidad de Tomás.

- Ahora que encontraste tu valentía, podrás hacer lo que desees. - dijo el Chispito.

Pasaron la tarde explorando juntos, creando recuerdos inolvidables. Al caer la noche, el Chispito pronunció una mágica frase.

- Ahora que tu corazón está lleno de aventuras, estoy listo para volver a mi hogar. - dijo el Chispito, comenzando a desvanecerse en un brillo de luces.

- ¿Por qué tienes que irte? - preguntó Luca, algo triste.

- Porque mi trabajo aquí ha terminado, pero siempre estaré contigo en tus sueños - respondió el Chispito mientras desaparecía por completo.

Luca, Simón y Tomás se despidieron del Chispito con una sonrisa, comprendiendo que la amistad y el valor son lo que realmente hace la vida mágica. A partir de ese día, Tomás ya no tuvo miedo y exploró el mundo con sus amigos, descubriendo juntos nuevas aventuras cada día.

FIN.

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