El niño y la hormita valiente
Había una vez un niño llamado Lucas que estaba disfrutando de un hermoso día de verano en la piscina de su casa. El agua fresca y el sol brillante lo hacían sentir feliz y lleno de energía. Pero no estaba solo. Una pequeña hormiga, que se llamaba Romi, también se encontraba cerca, buscando algo de comida.
Mientras Lucas jugaba, notó a Romi acercándose a la orilla de la piscina. Al ver a la hormita, Lucas se asustó. Para él, era un bicho extraño y no sabía qué hacía cerca del agua.
"¡Ah! ¿Qué es eso?" - gritó Lucas, dando un paso atrás.
Romi lo miró con curiosidad y, en tono amigable, le respondió:
"Soy Romi, una hormiga. Pero no soy peligrosa, solo busco algo para comer."
Lucas aún temía que la pequeña hormiga pudiera hacerle algo desagradable, así que decidió apartarse un poco más. Pero, en lugar de alejarse, Romi se acercó lentamente y, con una voz suave, le dijo:
"Lucas, no te asustes. A veces, lo que no conocemos nos puede parecer raro o incluso aterrador. Pero no siempre es así."
Lucas frunció el ceño, procesando lo que la hormita le decía.
"Pero... ¿y si me pica?"
"Mirá, si me dejas acercarme, te prometo que solo haré lo que suelo hacer: buscar comida y ayudar a mis amigas. No estoy aquí para molestar."
Intrigado, Lucas decidió escucharla. Se quedó un momento en silencio y luego hizo una pregunta:
"¿Por qué eres tan pequeña? ¿No tienes miedo de las cosas grandes?"
Romi sonrió. Su pequeña sonrisa iluminó su carita.
"Bueno, así soy y me he acostumbrado. A veces, los más pequeños podemos hacer grandes cosas. A menudo, trabajo en equipo con mis amigas hormigas y juntas logramos mover cosas que parecen imposibles para nosotras."
Lucas se sintió un poco más relajado. Entonces, decidió probar algo. Lentamente se acercó a Romi y se agachó:
"¿Podrías contarme más sobre lo que haces?"
Romi saltó de alegría. Esto era un gran paso para el niño.
"Claro que sí! Las hormigas somos muy trabajadoras. Por ejemplo, buscamos comida para nuestra colonia, mantenemos todo limpio y además cuidamos de nuestros pequeños. Siempre estamos juntas, nunca estamos solas."
Lucas comenzó a sentir admiración por la pequeña hormita. Con curiosidad, le preguntó:
"¿Y qué pasa si te encuentras con algo mucho más grande que vos? ¿No te asustas?"
"A veces sí, pero no dejo que eso me detenga. Cuando encontramos un obstáculo, sólo buscamos la forma de superarlo. Las hormigas somos buenas para encontrar caminos, y ayudarnos mutuamente es lo más importante. Además, siempre le digo a mis amigas: "Si nos unimos, podemos lograrlo todo."
Lentamente, Lucas comenzó a ver a Romi de una forma distinta. Mientras conversaban, él también se dio cuenta de algo importante.
"Creo que yo también puedo ser valiente, como vos. A veces las cosas me dan miedo, pero no debería dejar de intentarlo."
"Exactamente! A veces solo necesitamos un poco de ayuda y una nueva perspectiva. Por ejemplo, ¿te gustaría jugar conmigo en la piscina? Podemos hacer una carrera hasta el borde."
Lucas sonrió, sintiéndose más seguro. Era un nuevo amigo, después de todo. Con cuidado, levantó a Romi y la puso en el borde de la piscina:
"¡Listo! ¡Vamos a ver quién llega primero!"
"¡Siii! ¡Contá hasta tres!"
Ambos se prepararon. Lucas contó hasta tres y, junto a su nueva amiga, saltó al agua. A partir de ese día, Lucas aprendió a no tener miedo de lo desconocido y descubrió que, incluso las criaturas más pequeñas, pueden enseñarnos grandes lecciones sobre el valor y la amistad. Y así, Lucas y Romi se hicieron inseparables, compartiendo muchos más días de diversión en la piscina y emocionantes nuevas aventuras, siempre recordando que juntos podían superar cualquier cosa.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.