El niño zanahoria




Érase una vez en un pequeño pueblo de Argentina, vivía un niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy curioso y aventurero, le encantaba jugar en el campo y aprender sobre las plantas que crecían allí.

Un día, mientras ayudaba a su abuelo en el jardín, encontró una zanahoria que tenía una forma muy peculiar, se parecía a una personita con brazos y piernas.

Sorprendido, Mateo decidió cuidar de esa zanahoria de forma especial, la regó con mucho cariño y le hablaba todas las mañanas. La zanahoria, que comenzó a crecer aún más grande, parecía responder a las palabras y el amor de Mateo, convirtiéndose en su amiga.

"Hola, zanahoria amiga, ¿cómo estás hoy?", solía preguntarle Mateo cada día, y la zanahoria asentía feliz. Los demás niños del pueblo se burlaban de Mateo por tener una zanahoria como amiga, pero él no les prestaba atención, sabía que su amistad era especial.

Un día, el pueblo se vio amenazado por un gran problema: la tierra estaba agotada y no producía cultivos. Mateo recordó la sorprendente vitalidad de su zanahoria amiga y, con la ayuda de su abuelo, decidió plantar más zanahorias con el mismo amor y cuidado.

Pronto, las zanahorias florecieron y la tierra volvió a recuperar su fertilidad.

Todos en el pueblo se maravillaron de la hazaña de Mateo, descubriendo que el cariño y el cuidado que él había entregado a la zanahoria habían hecho que creciera fuerte y vital. A partir de ese momento, todos aprendieron la importancia de cuidar la naturaleza y de tratar a las plantas con respeto y amor.

Y Mateo, con su amiga zanahoria a su lado, continuó explorando el mundo y compartiendo la importancia del cuidado de la naturaleza con todos a su alrededor.

FIN.

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