El nombre olvidado


Había una vez un niño llamado Héctor, de tres años, que había olvidado su nombre. Un día, mientras jugaba en el jardín, se encontró con una cebra muy amigable.

"- ¡Hola! ¿Cómo te llamas?" - preguntó la cebra con una sonrisa. Héctor frunció el ceño y respondió: "- No lo sé. He olvidado mi nombre. "La cebra se sintió intrigada y decidió ayudarlo.

"- ¡No te preocupes! Te enseñaré las letras de tu nombre para que puedas recordarlo. " Empezaron con la primera letra: —"H" . La cebra le dijo a Héctor que esa letra significaba —"honesto" . "- Ser honesto significa siempre decir la verdad y ser sincero con los demás", explicó la cebra.

A medida que caminaban por el jardín, se encontraron con una elefanta simpática. La elefanta les preguntó qué estaban haciendo y ellos le contaron sobre el olvido del nombre de Héctor.

"- Ah, entiendo", dijo la elefanta mientras movía sus grandes orejas. "Permíteme ayudarte entonces. "La elefanta señaló hacia sí misma y dijo: "- Yo soy Elenita la elefanta encantadora. Y esta es tu segunda letra del nombre: —"E" . Significa —"entusiasta" .

"Héctor estaba emocionado de aprender nuevas palabras y adjetivos para describirse a sí mismo. Juntos continuaron su búsqueda por el jardín hasta toparse con un tucán colorido. El tucán saludó alegremente a Héctor y a la cebra antes de preguntarles qué estaban haciendo.

"- Estamos ayudando a Héctor a recordar su nombre", explicó la cebra. El tucán asintió y dijo: "- Yo me llamo Tomás, el tucán travieso. Y la tercera letra de tu nombre es —"C" , que significa —"curioso" .

"Héctor se sentía cada vez más emocionado mientras aprendía nuevos adjetivos para describirse. Continuaron su camino hasta encontrarse con un oso pardo tranquilo y amigable.

El oso les preguntó qué hacían y ellos le contaron sobre el olvido del nombre de Héctor una vez más. El oso sonrió y dijo: "- Soy Óscar, el oso obediente. Y la última letra de tu nombre es —"R" , que significa —"respetuoso" ".

Héctor estaba lleno de alegría al haber aprendido las letras de su nombre y los adjetivos que lo describían. Agradeció a todos los animales por su ayuda y prometió recordar siempre quién era. A medida que regresaba a casa, Héctor repetía en voz baja las letras de su nombre y los adjetivos asociados.

Se dio cuenta de lo valioso que era ser honesto, entusiasta, curioso y respetuoso con los demás. Desde aquel día en adelante, Héctor nunca olvidó su nombre ni las cualidades maravillosas que lo definían.

Creció siendo un niño amable y cariñoso, siempre dispuesto a aprender más sobre sí mismo y el mundo que lo rodeaba.

Y así termina esta historia inspiradora sobre cómo un grupo de animales ayudó a un niño a recordar su nombre y descubrir las cualidades que lo hacían especial.

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