El Ñu y la Luna Brillante



En la cálida y tranquila savana africana, los animales dormían plácidamente bajo el manto estrellado que iluminaba la noche. Los leones roncaban suavemente, las cebras se acomodaban en grupo, y hasta los elefantes bebés emitían sonidos de sueños felices.

De repente, un canto melodioso resonó en el aire nocturno, interrumpiendo la paz reinante. Los animales se despertaron curiosos y se acercaron al lugar de donde provenía aquella hermosa melodía.

Para su sorpresa, descubrieron que era un ñu quien cantaba con pasión mirando hacia arriba, hacia la luna brillante en lo alto del cielo. - ¡Qué bonito canto! -exclamó una jirafa con admiración.

- Sí, parece estar enamorado de la luna -dijo un mono travieso desde las ramas de un árbol cercano. El ñu continuaba cantando con emoción, recitando versos rimados llenos de dulzura y amor hacia aquella esfera plateada que lo cautivaba.

La luna, coqueta como siempre, parecía jugar a esquivar sus palabras mientras brillaba con intensidad en el firmamento. - ¡Oh luna hermosa, en tus ojos encuentro luz radiante! -entonaba el ñu con fervor. Los demás animales observaban la escena con atención y simpatía.

Todos estaban encantados por aquel espectáculo inesperado en medio de la noche africana. Sin embargo, la luna comenzó a desplazarse lentamente por el cielo como si quisiera escapar de tan apasionadas declaraciones. - ¡No te vayas luna querida! -rogaba el ñu con tristeza en su voz.

Pero la luna continuó su camino celestial sin detenerse.

A pesar de ello, antes de desaparecer detrás de las nubes le regaló al ñu una cascada de luz plateada que iluminó toda la llanura y bañó a los animales con su resplandor mágico. - ¡Miren qué hermoso regalo nos ha dejado! -exclamó una suricata emocionada señalando hacia arriba. Los animales se maravillaron ante aquel espectáculo luminoso que les brindaba la luna antes de partir.

El ñu cesó su canto y miró agradecido al cielo nocturno mientras una sonrisa iluminaba su rostro cansado pero feliz.

Finalmente, exhaustos por tanta emoción y belleza natural recibida aquella noche inolvidable en la savana africana, todos los animales volvieron a sus lugares para dejarse arrullar por el silencio reconfortante y reparador del descanso merecido después de tan extraordinaria experiencia compartida bajo el manto estrellado que velaba sus sueños llenos de magia y amor por la vida en todas sus formas bellas e inesperadas.

FIN.

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