El Nuevo Amigo Cucú



En un pequeño barrio, lleno de risas y aventuras, vivía una pajarita llamada Pajarita. Un día, mientras jugaba en su jardín, vio algo brillante y colorido que se movía entre los árboles.

—¡Miren! —exclamó Pajarita, volando hacia la curiosidad que la había atrapado—. ¿Qué será eso?

Sus amigos, un grupo de animales del bosque, la siguieron volando y saltando. Había un nuevo integrante en su hogar: un Cucú con plumaje brillante, azul, verde y amarillo.

—¡Hola! —dijo el Cucú emocionado—. Me llamo Cucu y vengo de un lugar lejano.

—¡Qué colores tan bellos! —dijo Rocco, el sapo, admirando al nuevo amigo—. ¿Dónde aprendiste a volar así?

—En mi hogar, los árboles son muy altos y las montañas muy grandes. Allí todos los pájaros tienen alas especiales —contestó Cucu con una sonrisa—. Pero vine aquí porque me dijeron que este es el lugar más divertido del mundo.

Atraídos por su espíritu alegre, los amigos decidieron darle la bienvenida. Empezaron a descubrir juntos cada rincón del bosque. Pajarita, Rocco, Lía la liebre, y Cucu exploraban la hermosa naturaleza que los rodeaba.

—¿Vamos al río? —sugirió Lía, saltando de emoción.

—¡Sí! —respondieron todos a coro.

Al llegar al río, Cucu quedó maravillado con el agua cristalina.

—¿De verdad pueden nadar aquí? —preguntó, con los ojos muy abiertos.

—¡Sí! —dijo Rocco—. ¡Es muy divertido! Pero ten cuidado, que a veces nos salpicamos unos a otros.

Así, dieron un chapuzón y comenzaron a jugar, riendo y chapoteando. Scratch, el pequeño ratón, se unió a ellos.

—Cucu, ¿por qué no nos enseñás a volar como vos? —le preguntó Scratch.

Cucu pensó por un momento y respondió:

—Podría intentarlo, pero cada uno tiene su propio estilo. ¡No hay un solo modo de volar!

—Claro —dijo Pajarita—. Todos somos diferentes y tenemos nuestras propias habilidades.

Pero al intentar volar, hubo un pequeño problema. Cucu intentó dar una vuelta en el aire y se enredó en las ramas de un árbol.

—¡Ay! ¡Ay! —gritó, algo asustado.

—¡No te preocupes! —dijo Lía—. Estamos aquí para ayudarte.

Todos se acercaron al árbol. Rocco usó su lengua larga para liberar las ramas y, con un poco de esfuerzo, Cucu volvió a estar en el aire.

—Gracias, amigos. Viéndolos trabajar juntos, me doy cuenta de que somos un gran equipo —dijo Cucu, aún un poco tembloroso.

—Así es —respondió Pajarita—. Juntos podemos lograr cosas increíbles.

Después de ayudar a Cucu, decidieron ir a la colina más alta del bosque. Desde allí, podían ver todo el paisaje.

—¡Qué hermoso se ve todo desde aquí! —dijo Cucu, sintiéndose más seguro.

—¿Ves? —dijo Pajarita—. Cada lugar que exploramos tiene su magia. Y cada uno de nosotros tiene un papel en este lugar.

—Sí, e incluso me siento parte de su familia —agregó Cucu—. Gracias por hacerme sentir tan bienvenido.

A partir de ese día, Cucu se unió a las aventuras de Pajarita y sus amigos, aprendiendo a expresar su singularidad mientras disfrutaban de sus diferencias. Juntos volaban alto, descobriendo nuevos lugares, ayudándose mutuamente y creando recuerdos inolvidables.

La amistad, aunque diversa, siempre encontraba la manera de brillar.

—Recuerden, amigos —dijo Cucu un día—. No importa de dónde venimos, lo que importa es lo que hacemos juntos.

Y así, con risas, juegos y amor, el nuevo Cucú se convirtió en parte de su maravillosa familia, llenando cada rincón de su hogar con más colores y alegría.

FIN.

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