El nuevo amigo de la familia García



En una soleada mañana en Tuxtla Gutiérrez, la familia García se preparaba para un nuevo día. Mientras los hijos, Sofía y Lucas, desayunaban, escucharon un bullicio extraño en el patio. Curiosos, corrieron hacia la ventana y vieron a un perro pastor alemán corriendo y jugueteando con una pelota que había encontrado.

"¡Mirá, Sofía! ¡Es un perro!" - gritó Lucas, saltando de emoción.

"Sí, pero... ¿de quién será?" - respondió Sofía, mientras apoyaba su mano en la ventana.

El perro, con su brillante pelaje negro y marrón, se acercó al portón abierto de la casa de enfrente y decidió entrar. La familia García se miró con incertidumbre. La mamá, Ana, fue la primera en hablar.

"Tal vez alguien lo está buscando. No podemos quedarnos con él..." - dijo un poco preocupada.

El papá, Javier, observaba al perro que movía la cola con tanta alegría que le resultó difícil resistirse.

"Pero mirá cómo parece que le gusta estar aquí. Quizás fue una señal del destino" - respondió Javier con una sonrisa.

Después de discutirlo un rato, la familia decidió que lo mejor sería llevar al perro a la veterinaria para asegurarse de que estuviera bien y buscar a su dueño. Sofía le puso un collar con la etiqueta que decía: —"Amigo" .

Al llegar a la veterinaria, la doctora les dijo:

"Parece un perro muy sano. No tiene chip, así que es probable que no tenga dueño. ¿Están pensando en adoptarlo?"

Ana miró a sus hijos, quienes estaban encantados con el perro.

"Él ya ha encontrado un lugar donde ser feliz, ¿no creen?" - preguntó Ana.

"Sí, ¡por favor, mamá!" - suplicó Sofía.

"Lo prometo, lo cuidaré muy bien" - agregó Lucas.

Al final, con un poco de reticencia, decidieron llevarse al perro a casa. Jugaron con él todo el día, pero al anochecer todavía no le habían puesto un nombre.

"Podríamos llamarlo... ¿Rocky?" - sugirió Lucas.

"Demasiado común" - respondió Sofía.

"¿Qué tal 'Aventurero'?" - propuso Ana riendo.

"¿Y si lo llamamos simplemente 'Amigo'?" - sugirió Javier.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde ese momento, el perro pasó a ser parte de la familia como Amigo. Todos los días, Sofía y Lucas llevaban a Amigo al parque para jugar y correr. A Amigo le encantaba correr, saltar y jugar con otros perros, convirtiéndose rápidamente en el centro de atención.

Un día, mientras jugaban, Sofía y Lucas notaron a un niño sentado solo en una banca, mirando triste. Curiosos, se acercaron con Amigo.

"Hola, ¿por qué estás tan solo?" - preguntó Sofía.

"No tengo amigos que vengan a jugar" - respondió el niño con voz apagada.

Lucas miró a su hermana y luego a Amigo, y tuvo una idea.

"¿Querés jugar con nosotros? Amigo es muy divertido y seguro le gustará jugar contigo también" - invitó Lucas.

El niño sonrió, por primera vez en mucho tiempo. Jugaron juntos, corriendo y riendo, mientras Amigo corría detrás de ellos, saltando y ladrando feliz.

A medida que pasaban los días, aquel niño, que se llamaba Mateo, se unió a Sofía y Lucas, y se hicieron grandes amigos. Amigo había traído no solo alegría a la familia García, sino también amistad a Mateo.

Con el tiempo, la familia organizó una fiesta en casa e invitaron a todos sus amigos del parque, incluido Mateo. La celebración fue increíble, con juegos, risas y, por supuesto, Amigo en el centro de todo.

"Nunca pensé que tendría tanto amigos- dijo Mateo, mientras acariciaba a Amigo, quien se recostó a su lado feliz.

El perro se había convertido en un lazo entre ellos, demostrando que a veces las mejores cosas vienen de manera inesperada.

"Gracias, Amigo" - dijo Sofía, mientras le daba un abrazo.

"¡Sí, gracias por unirnos a todos!" - agregó Lucas.

A partir de ese día, no solo Amigo era parte de la familia García, sino que también había ayudado a Mateo a encontrar nuevos amigos. Así, el pastor alemán Amigo demostró que en la vida, un gesto simple puede crear grandes conexiones.

FIN.

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