El Nuevo Amigo en la Plaza del Sol



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Primavera, un grupo de niños que esperaban con ansias la llegada del sol primaveral para poder disfrutar de su amada plaza.

Durante todo el invierno habían estado encerrados en sus casas debido al frío y las lluvias, pero finalmente había llegado el momento de salir a jugar y divertirse al aire libre. El primer día soleado de la primavera los niños se reunieron emocionados en la plaza.

Allí encontraron a Mateo, un niño nuevo en el pueblo que no conocían. Tenía una mirada triste y parecía algo tímido. Los demás niños decidieron acercarse y darle la bienvenida. -¡Hola! ¿Cómo te llamas? -preguntó Sofía, una niña curiosa.

-Yo soy Mateo -respondió tímidamente- ¿Puedo jugar con ustedes? -Por supuesto, ¡eres bienvenido! -dijo Lucas, el líder del grupo. Así comenzaron a jugar todos juntos.

Saltaban en los charcos que quedaban del invierno, trepaban a los árboles y jugaban a las escondidas entre risas y alegrías. Pero pronto notaron que Mateo no participaba con la misma energía que ellos. -¿Qué te pasa, Mateo? Parece que no estás disfrutando tanto como nosotros -le preguntó Ana preocupada. -Es solo que...

nunca he tenido amigos con quienes jugar antes -confesó Mateo con tristeza- Soy nuevo aquí y me cuesta mucho hacer amigos. Los demás niños se miraron entre sí y sintieron compasión por Mateo.

Decidieron hacer algo especial para ayudarlo a sentirse parte del grupo. -¡Tengo una idea! -exclamó Sofía emocionada- ¿Qué tal si organizamos una competencia? Será divertido y así podremos conocer mejor a Mateo. Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a planear.

Decidieron que iban a hacer una carrera de obstáculos en la plaza. Cada uno tendría que superar diferentes desafíos como saltar cuerdas, trepar muros y cruzar un puente improvisado. Llegó el día de la competencia y los niños estaban ansiosos por mostrar sus habilidades.

Pero antes de comenzar, Lucas hizo un anuncio sorprendente. -Chicos, en lugar de competir entre nosotros, vamos a formar equipos mixtos con Mateo como capitán de uno de ellos. Así todos aprenderemos juntos y nos apoyaremos mutuamente.

Los demás asintieron emocionados ante la propuesta. La competencia comenzó y cada equipo se esforzaba por superar los obstáculos. Mateo, con su liderazgo tranquilo pero seguro, motivaba a su equipo sin dejar atrás a ninguno de sus compañeros.

Finalmente, ambos equipos llegaron casi al mismo tiempo al final del recorrido. Los niños se abrazaron emocionados y celebraron el espíritu de trabajo en equipo que habían logrado gracias a Mateo.

Desde aquel día, los niños de Villa Primavera aprendieron una valiosa lección: no importa quiénes somos o cuánto tiempo llevemos en un lugar, siempre podemos encontrar amistad si estamos dispuestos a abrir nuestros corazones y trabajar juntos hacia un objetivo común.

Y así fue como los niños de la plaza del sol primaveral se convirtieron en un gran equipo, donde cada uno encontró su lugar y todos aprendieron a valorar la importancia de la amistad y el compañerismo.

Juntos, disfrutaron de muchas aventuras en aquella plaza que siempre sería testigo de sus risas y juegos.

FIN.

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