El Nuevo Mundo de Samuel



Era un día brillante y soleado cuando Samuel se despertó. Miró por la ventana y vio a los pájaros volar y a los niños jugar en el parque. Pero él no tenía ganas de salir. Hoy era su primer día de jardín de infantes y se sentía un poco nervioso.

- Mamá, ¿y si no me gusta el colegio? - preguntó con una voz temblorosa.

- No te preocupes, Samuel. El colegio es un lugar lleno de sorpresas y amigos. - respondió su mamá con una sonrisa cálida. - Solo tienes que ser valiente.

Después de vestirse, Samuel llegó al jardín de infantes. Una maestra amable lo recibió en la puerta. Tenía una sonrisa tan grande que hacía que Samuel se sintiera un poco más tranquilo.

- ¡Hola, Samuel! Bienvenido al jardín de infantes. Me llamo Laura. - dijo la maestra.

Samuel asintió tímidamente y se aferró a la mochila. Entró al aula y vio a otros niños jugando. Estaban construyendo una torre con bloques de colores.

- ¡Mirá, Samuel! Ven a jugar con nosotros. - le dijo un niño llamado Lucas, mientras sonreía con entusiasmo.

Samuel dudó. Todavía se sentía un poco raro jugando con extraños. Pero su curiosidad lo empujó a acercarse. Cuando jugó con los bloques, se dio cuenta de lo divertido que podía ser.

- ¡Mirá cómo se cae la torre! - rió una niña llamada Sofía.

Samuel sonrió y le gustó ver que se reían juntos. Pero, de repente, algo inesperado sucedió. Un niño llamadoTomás, que era un poco mayor, empujó la torre por accidente y todos los bloques cayeron al suelo.

- ¡Eso fue un accidente, Tomás! - exclamó Sofía, un poco enojada.

- No fue mi intención, lo siento - dijo Tomás, bajando la cabeza.

Samuel observó la situación y decidió que debía intervenir.

- ¡Podemos armarla de nuevo! - dijo con más confianza de la que sentía.

Los niños lo miraron sorprendidos, pero luego comenzaron a reír y ayudar a recoger los bloques.

- ¡Eso suena genial! - gritó Lucas. - ¡Vamos a hacerlo juntos!

Así fue como Samuel se sintió un poco más en casa. A medida que pasaron los días, comenzó a disfrutar del colegio. Aprendió nuevas canciones y a pintar con colores brillantes. Todo era un juego y algo nuevo para descubrir. Un día, la maestra Laura propuso un proyecto especial.

- Vamos a hacer una obra de teatro. Cada uno de ustedes podrá elegir un personaje. - dijo ella emocionada.

Samuel sintió mariposas en el estómago. El teatro era algo que nunca había hecho antes.

- ¿Y si no me sale bien? - se preguntó.

Pero al mismo tiempo, la idea de ser un héroe en una historia lo emocionaba. Cuando le tocó elegir, decidió ser un dragón, ya que le gustaban mucho los dragones.

Los días pasaron y Samuel ensayó junto a sus nuevos amigos. Pronto, el día de la presentación llegó. Samuel tenía miedo, pero Lucas lo animó.

- ¡No te preocupes, Samuel! Solo tienes que disfrutarlo. - le dijo Lucas sonriendo.

Finalmente, llegó su turno. Samuel sintió que su corazón latía rápido, pero recordó a todos sus amigos allí, apoyándolo. Salió al escenario, y cuando vio las sonrisas de sus compañeros, se sintió como en casa. Hizo su parte y, al terminar, recibió aplausos.

- ¡Eras el mejor dragón, Samuel! - gritaron sus amigos.

Samuel sonrió con orgullo. Se dio cuenta de que la vida en el jardín de infantes no solo era divertida, sino también un lugar donde aprender cosas nuevas, y donde se podían hacer amigos.

Con el paso del tiempo, Samuel se volvió más extrovertido y comenzó a esperar cada día con ansias. Había descubierto un mundo lleno de aventuras y amistades.

- Mamá, ¡el colegio es increíble! - le dijo entusiasmado cada tarde.

- Me alegra que estés disfrutando, campeón. - respondió su mamá.

A partir de ese día, Samuel no solo siguió disfrutando del colegio, sino que también aprendió que ser un poco tímido a veces está bien, y que con valentía y curiosidad se pueden abrir muchas puertas en la vida. Aquello que antes le parecía difícil, se había convertido en una de las mejores experiencias de su vida.

Y así, con cada nuevo día, Samuel se fue convirtiendo en un niño risueño y aventurero, listo para enfrentar cualquier reto que la vida le presentara, siempre recordando que el colegio era un lugar especial de aprendizaje y amistad.

FIN.

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