El Oasis de Sofía
En el barrio de Sol y Luna, vivía una niña llamada Sofía. Sofía era muy curiosa y le encantaba explorar cada rincón del barrio con su bicicleta colorida.
Un día, mientras pedaleaba por las calles empedradas, vio a un grupo de niños construyendo algo en la plaza central. Intrigada, se acercó y preguntó: "¿Qué están haciendo chicos?".
Los niños la miraron con entusiasmo y uno de ellos respondió: "-Estamos construyendo un jardín comunitario para que todos podamos disfrutar de plantas bonitas y frescas". Sofía sonrió emocionada y decidió unirse al proyecto. Durante días, los niños trabajaron juntos plantando flores de colores, tomates jugosos y zanahorias crujientes.
El jardín creció hermoso bajo el cuidado de todos. Una tarde, mientras regaba las plantas, Sofía notó que una anciana triste observaba desde su ventana. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.
La anciana suspiró y dijo: "-Echo de menos mi antiguo jardín en el campo. Aquí todo es tan gris". Sofía tuvo una idea brillante. Reunió a todos los vecinos del barrio y propuso transformar cada esquina en un pequeño jardín lleno de vida y color.
Todos estuvieron de acuerdo y pronto el barrio se convirtió en un oasis verde.
Los niños correteaban entre girasoles gigantes, los vecinos compartían recetas con hierbas frescas cultivadas en sus macetas e incluso los pájaros cantaban más alegres entre los árboles frutales plantados por todos. Un día, una tormenta amenazadora se acercó al barrio. Los vecinos temblaban ante la posibilidad de que sus preciosos jardines fueran arruinados por la lluvia fuerte y el viento violento.
Pero Sofía recordó algo importante que su abuelita solía decirle: "La unión hace la fuerza". Rápidamente organizó a todos para proteger los jardines con lonas resistentes y sujetar firmemente las plantas más delicadas. Juntos trabajaron arduamente hasta que el último clavo estaba puesto.
La tormenta llegó furiosa pero gracias al trabajo en equipo, ningún pétalo se perdió ni ninguna hoja fue dañada. Al día siguiente, el sol brillaba radiante sobre el barrio de Sol y Luna.
Los vecinos celebraron su victoria con una gran fiesta donde compartieron risas, charlas animadas e historias inolvidables sobre cómo habían convertido su querido barrio en un lugar lleno de vida y amor.
Desde entonces, cada vez que alguien pasaba por el barrio de Sol y Luna podía escuchar alegres risas infantiles, ver sonrisas sinceras en cada rostro y sentir la calidez de una comunidad unida por la naturaleza y la amistad.
FIN.