El ogro amable



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, vivían tres amigos muy curiosos: Hiromi, Nuria y el viejito de Saúl. Siempre estaban buscando aventuras y emociones nuevas.

Un día, mientras exploraban los alrededores del pueblo, encontraron un antiguo calabozo abandonado. Hiromi era valiente y decidido, Nuria era astuta e inteligente, y el viejito de Saúl tenía mucha sabiduría acumulada a lo largo de los años.

Juntos formaban un equipo perfecto para resolver cualquier misterio que se les presentara. Intrigados por lo desconocido que se ocultaba detrás de las puertas del calabozo macabro, decidieron abrirlo con mucho cuidado.

Al hacerlo, se encontraron con la peor sorpresa que podrían haber imaginado: ¡un ogro feroz! El ogro era enorme y gruñón. Tenía dientes afilados como cuchillos y ojos rojos como brasas encendidas. Sin embargo, Hiromi no se dejó intimidar por su apariencia amenazante. -¡Hola! -saludó Hiromi con entusiasmo-.

Mi nombre es Hiromi y estos son mis amigos Nuria y el viejito de Saúl. ¿Cómo te llamas? El ogro quedó sorprendido por la amabilidad de Hiromi y respondió:-Yo soy Gruglok, el ogro más temible del bosque.

Aunque Gruglok parecía peligroso, Hiromi recordó algo importante: nunca juzgar a alguien por su apariencia. -Nosotros no queremos hacerte daño, Gruglok. Solo estábamos explorando y nos encontramos con este calabozo -explicó Nuria con voz suave.

El ogro miró a los tres amigos y una chispa de curiosidad apareció en sus ojos rojos. -¿Explorando? Nunca he conocido a alguien que se acerque a mí sin tener miedo.

Si ustedes no tienen miedo de mí, ¿podrían ayudarme? Hiromi, Nuria y el viejito de Saúl intercambiaron miradas llenas de determinación. Sabían que esta era una oportunidad para demostrar que las apariencias engañan y que todos merecen una segunda oportunidad. -Claro, Gruglok. Estaremos encantados de ayudarte -respondió Hiromi con una sonrisa valiente.

Gruglok les explicó que estaba solo en el bosque porque nadie quería acercarse a él debido a su aspecto amenazante. Aunque era un ogro feroz, también tenía un lado amable y deseaba hacer amigos.

Los cuatro comenzaron a trabajar juntos para mejorar la imagen del ogro ante los demás habitantes del pueblo. Hiromi diseñó afiches coloridos para anunciar las habilidades especiales de Gruglok como jardinero, mientras Nuria organizaba talleres para enseñarle buenos modales y cómo comportarse en sociedad.

Poco a poco, los vecinos comenzaron a darse cuenta de que Gruglok no era tan malo como parecía. Comenzaron a visitarlo en su jardín y quedaban fascinados por sus hermosas flores cultivadas con tanto amor.

Con el tiempo, la amistad entre Hiromi, Nuria, el viejito de Saúl y Gruglok se fortaleció. El ogro aprendió a controlar su temperamento y a disfrutar de la compañía de los demás. Los vecinos dejaron de temerle y comenzaron a apreciarlo por su bondad.

La historia del ogro feroz se convirtió en un ejemplo para todos en Villa Alegre: nunca juzgues a alguien por su apariencia, ya que todos merecen una oportunidad para demostrar quiénes son realmente.

Y así, gracias a la valentía y compasión de Hiromi, Nuria y el viejito de Saúl, Villa Alegre se convirtió en un lugar donde las diferencias eran celebradas y donde todos podían encontrar amigos inesperados en los lugares más sorprendentes.

Desde aquel día, Gruglok dejó de ser conocido como el ogro feroz del bosque para convertirse en el querido jardinero del pueblo.

Y siempre recordaba con gratitud a sus amigos que le mostraron que nadie está destinado a estar solo cuando hay personas dispuestas a ver más allá de las apariencias.

FIN.

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