El Ogro de la Granja Máxima
En un lejano paraje, donde los campos eran verdes y el sol brillaba con fuerza, vivía un ogro llamado Óscar. A pesar de su aspecto temible, Óscar era conocido por ser bondadoso y amable. Su hogar era una granja, una granja diferente, donde los animales y las plantas florecían en armonía. «¡Hola, Óscar! », graznó Pato, un pato amistoso que siempre nadaba en el estanque.
-«¡Hola, Pato! ¿Te gustaría ayudarme a cuidar las plantas hoy? », preguntó Óscar con una gran sonrisa.
-«Sí, me encantaría. ¡Dame solo un momento que voy a buscar mis herramientas! », respondió Pato emocionado.
Óscar y Pato se pusieron manos a la obra, regando las flores y cuidando los pequeños brotes de legumbres que comenzaban a asomarse en el suelo. Mientras trabajaban, una pequeña rana llamada Salto se acercó a ellos saltando alegremente.
-«¡Hola, amigos! ¿Puedo ayudarles también? », preguntó Salto, con sus ojos brillantes llenos de curiosidad.
-«Claro que sí, Salto. Cuantos más seamos, mejor nos divertiremos», dijo Pato.
A medida que el día avanzaba, los tres amigos se dieron cuenta de que había un rincón de la granja que había sido olvidado: el jardín de las verduras. Era un lugar hermoso, pero lleno de hierbas malas que debían ser removidas.
-«Miren cómo ha crecido este lugar. ¡Podría ser un gran lugar para cultivar zanahorias y lechugas! », exclamó Óscar.
-«¡Pero está lleno de malas hierbas! ,» dijo Salto.
-«¡No hay problema! ¡Con nuestras fuerzas, lo podremos limpiar en un abrir y cerrar de ojos! », sugirió Pato.
Así que se pusieron a trabajar, desmalezando con determinación. Sin embargo, a medida que avanzaban, se encontraron con un gran obstáculo: una enorme piedra bloqueaba el acceso al centro del jardín.
-«¿Cómo vamos a mover esto? Es demasiado pesada», se preocupó Salto.
-«Yo puedo intentarlo», se ofreció Óscar, y con todas sus fuerzas, comenzó a empujar la piedra. Sin embargo, la piedra ni se movía.
-«Quizás deberíamos intentar hacer esto juntos. Si cada uno aporta su fuerza, tal vez podamos moverla», sugirió Pato.
Así que los tres amigos se alinearon, y al contar hasta tres, empujaron con todas sus fuerzas. Fue un esfuerzo titánico, pero de repente, ¡la piedra rodó hacia un lado!
-«¡Lo logramos! », gritaron al unísono, saltando de alegría. Ahora tenían un gran espacio limpio y listo para sembrar.
Durante los próximos días, plantaron semillas de zanahorias, lechugas y muchas otras verduras. Óscar, Pato y Salto se convirtieron en el mejor equipo de jardinería. Poco a poco, las plantas comenzaron a crecer, y la pequeña sección del jardín floreció.
Una tarde, mientras regaban las filas de verduras, Pato miró a sus amigos y dijo:
-«¿Saben? Si no hubiésemos trabajado juntos, nunca habríamos logrado limpiar el jardín. A veces, enfrentar los desafíos en grupo puede hacer que todo parezca más fácil.»
Óscar asintió, satisfecho.
-«Cada uno de nosotros ha hecho lo suyo, y eso es lo que hace que nuestro trabajo sea un éxito. ¡La amistad es la clave! », comentó.
Días más tarde, los tres pudieron recoger las primeras verduras de su jardín. La cosecha fue abundante, y decidieron preparar una gran comida para compartir con todos los animales de la granja.
Juntos prepararon ensaladas, sopas y deliciosos platillos. Aquella comida no solo fue un merecido premio a su esfuerzo, sino también una celebración de la amistad.
Y así, Óscar, Pato y Salto aprendieron que, junto a sus amigos, podían superar cualquier obstáculo y disfrutar de los frutos de su trabajo. A partir de ese día, no solo cultivaron un jardín, sino la hermosa amistad que siempre los uniría.
Especialmente en la granja, donde todo crecía, florecía y brillaba gracias a la magia de trabajar juntos.
FIN.