El ogro del pantano y la Bella Princesa Monserrat
En un lejano pantano, vivía un ogro llamado Gorgo. Era un ogro grande, con piel verde y ojos amarillos que brillaban como el sol. Sin embargo, había algo que lo hacía diferente a los demás ogros: Gorgo no sabía leer ni escribir. Esto lo hacía muy triste, porque cada vez que intentaba escribir una carta o leer un cuento, las bestias malvadas del lugar se burlaban de él.
Un día, mientras Gorgo se sentaba junto a un árbol llorando, una bella princesa llamada Monserrat apareció. Tenía un vestido de colores brillantes y un corazón tan grande como su sonrisa.
"¿Por qué lloras, ogro?" - preguntó Monserrat con dulzura.
"No sé leer ni escribir, y las bestias se ríen de mí", - respondió Gorgo, limpiándose las lágrimas.
Monserrat sintió empatía por Gorgo y decidió ayudarlo.
"No te preocupes, yo puedo enseñarte. Todos merecemos aprender algo nuevo", - dijo con determinación.
Así comenzó una maravillosa amistad. Monserrat visitaba a Gorgo todos los días, trayendo letras de colores y historias de valientes héroes.
"Hoy aprenderemos la letra A, Gorgo. Mira, es como un triángulo con una línea en el medio", - explicó Monserrat.
"¡A! Como en 'amigo', que eres tú!" - exclamó Gorgo con alegría.
A medida que pasaban los días, Gorgo iba mejorando. Sin embargo, las bestias malvadas, que lo veían desde lejos, comenzaron a planear algo. Su líder, un astuto zorro llamado Rufián, decidió hacerle una trampa a Gorgo.
"Vamos a hacer que Gorgo se equivoque en sus letras. ¡Eso será muy divertido!" - rió Rufián.
Un día, mientras Gorgo leía en voz alta un cuento que Monserrat le había traído, las bestias malvadas se acercaron.
"¡Miren al ogro! No puede ni siquiera pronunciar lo que lee!" - se burló una bestia peluda.
Gorgo sintió que su corazón se encogía, pero Monserrat tomó su mano y le dijo:
"No les prestes atención, Gorgo. Lo que importa es que has avanzado mucho. Tenés que creer en vos mismo."
Con el apoyo de Monserrat, Gorgo decidió enfrentar a las bestias.
"¡No necesito su aprobación! Estoy aprendiendo, y eso es lo que importa", - exclamó con fuerza.
Las bestias se sorprendieron ante su valentía. Monserrat, viendo la confianza de Gorgo, se le unió para recitar juntos lo que habían aprendido.
"Hoy, Gorgo y yo vamos a leer en voz alta para todos ustedes", - dijo con una sonrisa.
Las bestias, aunque un poco asustadas, se sentaron a escuchar. Gorgo comenzó a leer su cuento, y poco a poco, las palabras fluyeron de sus labios.
"Había una vez un ogro que decidió aprender..." - comenzó, y por primera vez, todos quedaron en silencio.
Cuando terminó, el pantano resonó con un aplauso sincero.
"¡Bravo, Gorgo!" - gritaron las bestias, ahora admiradas. Gorgo estaba emocionado.
"Gracias, amigos. Aprendí que no importa si uno se equivoca al principio; lo importante es no rendirse y seguir adelante".
Monserrat sonrió orgullosa. El ogro del pantano había aprendido a leer, y junto a su amiga, también había aprendido a creer en sí mismo.
Y así, el pantano no solo se llenó de cuentos, sino también de risas y amistad. A partir de aquel día, Gorgo dejó de lado su tristeza y se unió a Monserrat para ayudar a otros que necesitaban aprender, porque ahora sabía que con paciencia y amor, todo se puede lograr.
FIN.