El ogro en la escuela
Era un día soleado en la Escuela Primaria Estrellita, donde los niños estaban emocionados por el inicio de un nuevo año escolar. Sin embargo, nadie estaba preparado para la sorpresa del día: ¡un ogro se había mudado al pueblo y se inscribió en la misma escuela!
El ogro, llamado Rugido, era grande y animal, con unos dientes enormes y una risa que temblaba paredes. Los niños, al verlo entrar al aula, murmuraron entre ellos:
"¡Miren eso! ¿Qué hace un ogro en nuestra escuela?"
"No sé, pero me da miedo," dijo Valentina abrazando su mochila.
Pero Rugido sonrió, mostrando sus dientes como dos montañas puntiagudas, y dijo:
"¡Hola, amigos! Estoy aquí para aprender y hacer nuevos amigos. No tengan miedo, ¡soy un ogro amable!"
Los chicos se miraron entre sí. ¿Un ogro amable? Eso sonaba extraño, pero decidieron darle una oportunidad.
La primera clase fue de matemáticas. La maestra, la señora Bianchi, les pidió que resolvieran una suma complicada: 257 + 134. Todos se quedaron mirando, mientras Rugido levantaba la mano.
"¿Puedo ayudar? ¡Yo amo las sumas!"
Rugido sacó una gran pizarra, y comenzó a explicar de una manera tan divertida que todos se reían mientras aprendían.
"Si tenemos 257 pasteles y le sumamos 134 pasteles, ¿cuántos pasteles hay? ¡Es como un banquete!"
"¡Sí! Pasteles, pasteles, pasteles!" gritaron los niños.
Luego llegó la hora del recreo. Los niños, que al principio estaban un poco asustados, decidieron invitar a Rugido a jugar al fútbol. Al principio, no sabían si Rugido jugaría bien. Pero luego se dieron cuenta de que su tamaño le daba una ventaja increíble.
"Voy a defender la portería, ¡es muy fácil!" dijo Rugido mientras el balón apenas le llegaba a las rodillas.
"¿Cómo vas a defender si no llegás a la pelota?" se rió Juan.
Rugido, con una sonrisa traviesa, se arrodilló y tres niños se subieron en su espalda, formando una especie de monstruo gigante que asustaba a los demás.
"¡Soy el Superman de los ogros!" gritó mientras los otros niños saltaban y reían.
"¡Nadie podrá pasarnos!" añadió Valentina.
Día tras día, Rugido se volvía parte del grupo. Tenían una competición de ciencias y, como el ogro era buenísimo dividiendo camarones en partes iguales (¿por qué? Porque le encantaba cocinar), todos se sorprendieron cuando fue el encargado de hacer la presentación.
"¡El camarón dividido!" exclamó, llenando de risas el aula.
"¡Esto merece un premio!" revelaba Ana, pintando estrellas en el proyecto del ogro mientras él hacía caras graciosas.
Sin embargo, no todo era tan fácil. Un día, algunos niños estaban hablando al respecto:
"Me parece que Rugido no es tan genial. ¿Vieron cómo se come todas las galletas en la merienda?" comentó Martín.
"Sí, yo creo que necesitamos un plan." añadió Camila.
Pero en lugar de hacer un plan, decidieron hablar con Rugido.
"¡Rugido! Apreciamos lo que haces, pero... a veces comés un poco... demasiado," se atrevió a decir Ana.
"¡Oh! Disculpen, no sabía que era un problema. ¡Prometo ayudar a Horacio, el encargado de las galletas!" Rugido respondió con sinceridad.
Así fue como Rugido se convirtió en el mejor amigo de todos. Aprendió no sólo a compartir las galletas, sino también a escuchar a sus compañeros y valorar lo que pensaban. Cada día se volvía más querido.
Al final del año, la dirección de la escuela decidió hacer una gran fiesta para celebrar. Rugido, con su gran corazón, quiso preparar el postre más delicioso: ¡un pastel gigante!"¡Voy a hacer el pastel más gigante y delicioso del mundo!" dijo mientras llenaba la cocina de harina, azúcar, y una mezcla mágica de ingredientes.
- Finalmente, el día de la fiesta, el pastel era tan grande que los niños tuvieron que hacer fila para probarlo.
"¡Gracias, Rugido! No sólo por el pastel, sino por ser nuestro amigo, incluso en esos días difíciles!" expresaron todos al mismo tiempo.
"¡Fue más divertido de lo que pensé!" humildemente respondió Rugido con una sonrisa de oreja a oreja.
Y así, en la Escuela Primaria Estrellita, el ogro que al principio atormentaba a los niños se convirtió en el mejor amigo de todos, enseñándoles el valor de la amistad, la diversión y la importancia de compartir. A veces, un ogro puede ser más que unas risas, puede ser la lección más grande de todas.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!
FIN.