El ogro Gruncho y el regalo de la amistad
Había una vez en el Polo Norte, un pequeño y valiente elfo llamado Felipe. Felipe era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Vivía junto a sus amigos elfos en un hermoso pueblo lleno de casitas de colores y luces brillantes. La Navidad se acercaba rápidamente, y todos los elfos estaban ocupados preparando los regalos para los niños del mundo entero. Pero Felipe estaba inquieto, quería hacer algo especial este año.
Decidió que iba a encontrar el regalo más maravilloso de todos. Un día, mientras caminaba por el bosque encantado, escuchó un ruido extraño proveniente de una cueva cercana. Sin pensarlo dos veces, decidió investigar qué sucedía.
Al entrar en la cueva oscura, descubrió que era la guarida del temido ogro Gruncho. - ¡Hola! ¿Quién está ahí? -gruñó Gruncho con voz amenazante. Felipe temblaba de miedo pero decidió enfrentar su miedo y responder con valentía:- Soy Felipe, un elfo del Polo Norte.
Solo estoy buscando aventuras emocionantes. Gruncho quedó sorprendido al ver a un pequeño elfo tan audaz frente a él. - Nunca había conocido a alguien como tú -dijo Gruncho-.
Todos me temen porque soy grande y fuerte, pero no me gusta ser malvado. Solo lo hago para protegerme de aquellos que quieren lastimarme.
Felipe sintió compasión por Gruncho y le propuso algo:- ¿Qué tal si te ayudo a encontrar tu verdadero propósito en la vida? Así podrás ser feliz y dejar de asustar a las personas. Gruncho aceptó la propuesta de Felipe y juntos comenzaron su viaje por el mundo.
Conocieron a diferentes criaturas mágicas, como hadas, duendes y unicornios, quienes les enseñaron el verdadero significado de la amistad y la bondad. Un día, mientras estaban en un pequeño pueblo, Felipe vio a una niña triste sentada en un banco. Se acercó corriendo hacia ella y le preguntó qué le pasaba.
- Es que no tengo juguetes para Navidad -dijo la niña con lágrimas en los ojos-. Mi familia no puede comprarlos este año. Felipe tuvo una idea brillante. Recordó que Gruncho tenía un gran corazón y decidió pedirle ayuda.
- Gruncho, ¿podrías hacer algunos juguetes para esta niña? Sería el mejor regalo que podríamos darle. Gruncho se emocionó al escuchar esto y se puso manos a la obra.
Usando su fuerza y habilidades únicas, creó hermosos juguetes para todos los niños del pueblo. Cuando llegó la noche de Navidad, Felipe y Gruncho llevaron los regalos a cada casa del pueblo. Los niños despertaron con alegría al encontrar sus regalos debajo del árbol.
La niña que había conocido antes estaba tan feliz que no dejaba de sonreír. Felipe miró a Gruncho con orgullo y dijo:- Has hecho algo maravilloso hoy. Eres más que un ogro malvado; eres alguien capaz de cambiar vidas y hacer felices a los demás.
Gruncho se emocionó al escuchar estas palabras y comprendió que su verdadero propósito era traer alegría a los demás. Desde ese día, Gruncho dejó de asustar a las personas y se convirtió en un protector del pueblo.
Felipe y Gruncho regresaron al Polo Norte llenos de alegría y satisfacción por haber hecho una diferencia en la vida de aquellos niños. Los elfos estaban encantados con sus historias y decidieron nombrar a Gruncho como el nuevo guardián de la Navidad.
Desde entonces, Felipe y Gruncho trabajaron juntos para llevar alegría a todos los rincones del mundo. Aprendieron que la amistad, el valor y la bondad son los verdaderos regalos que podemos dar durante la Navidad.
Y así, cada año, cuando llega diciembre, Felipe recuerda aquella aventura mágica junto a su amigo Gruncho.
Y aunque ahora es conocido como el elfo más valiente del Polo Norte, nunca olvida que fue la amistad lo que le dio fuerzas para enfrentar sus miedos y hacer realidad los sueños de muchos niños en Navidad.
FIN.