El ogro y la niña de la plaza



En un tranquilo pueblo rodeado de montañas y bosques, había una plaza central donde todos los niños solían jugar. Un día, mientras los niños reían y compartían golosinas, un ogro grande y animal apareció. Los adultos se asustaron y corrieron a resguardarse, pero la pequeña Valentina, con su corazón valiente, decidió acercarse a él.

"¡Hola, ogro!" - dijo Valentina con una sonrisa."¿Por qué estás aquí?".

El ogro, sorprendido por la valentía de la niña, respondió:

"Vine a buscar algo de comida, pero en los cuentos dicen que a los ogros les gusta comer niños".

Valentina se rió y le dijo:

"Eso son solo cuentos, los ogros no son tan malos, ¿verdad?".

El ogro frunció el ceño y contestó:

"Muchos me temen. Pero yo solo tengo hambre".

Valentina pensó que debía hacer algo para cambiar la percepción del ogro. Así que lo llevó de la mano hacia un puesto de helados en la plaza.

"¡Mirá! Aquí hay helados riquísimos, podés probar alguno. Si te gusta, no tendrás que comerme" - propuso.

El ogro miró los helados con curiosidad. Valentina eligió un cucurucho de frutilla y le ofreció un bocado al ogro.

"¡Es muy dulce!" - exclamó el ogro, sonriendo por primera vez. "¿Me darías un poco más?".

Valentina se puso a reír y le dijo:

"¡Claro! Pero primero tienes que prometerme que no te comerás a los niños ni a nadie".

El ogro, disfrutando del helado, asintió entusiasmado.

"¡Está bien! Soy un ogro, puedo cambiar. Me encanta este helado y no quiero perderlo".

Así, Valentina y el ogro comenzaron a hablar sobre sus vidas. Resultó que el ogro, llamado gordon, había vivido solo en el bosque durante mucho tiempo porque los demás lo rechazaban. Pero ahora se sentía feliz y lleno de alegría porque había encontrado una amiga.

Los niños de la plaza comenzaron a ver lo que estaba pasando. Valentina les dijo:

"Chicos, el ogro no es malo, solo necesitaba un amigo y un poco de helado".

Al principio, algunos no le creyeron, pero al ver cómo el ogro compartía risas y helados con Valentina, empezaron a acercarse. gordon se puso tímido al inicio, pero pronto se sintió parte de la diversión.

"¡Vamos a jugar!" - gritó uno de los niños. Y así, el ogro se unió a ellos, jugando a la pelota y haciendo reír a todos con sus ocurrencias.

Desde ese día, la plaza se llenó de risas y alegría. El ogro, que antes era visto como un monstruo, se convirtió en un querido amigo de todos. Valentina había demostrado que a veces, los seres que parecen diferentes pueden ser los mejores amigos.

Y así, el ogro comprendió que la amistad y el amor tienen el poder de cambiar el corazón más duro. Juntos, Valentina y gordon enseñaron a todos que la verdadera amistad no tiene barreras. Y desde ese día, el ogro nunca volvió a sentirse solo, pues en la plaza encontró una familia entre los niños.

¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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