El Ogro y la Princesa del Pantano
En un rincón apartado del reino, donde la niebla se adueñaba del aire y los sapos croaban como los mejores cantantes, vivía un ogro llamado Oger. Oger no era como los ogros de los cuentos. No le gustaba asustar ni comer princesas; a él simplemente le encantaba cuidar su pantano y disfrutar de la tranquilidad.
Un día, mientras recogía lirios en su pequeño bote, Oger vio algo brillante en la orilla. Al acercarse, se dio cuenta de que era una hermosa princesa llamada Lila, que había escapado de su castillo en busca de aventuras.
"¡Hola! Soy Oger, el ogro del pantano. ¿Qué te trae por aquí?" - dijo Oger, un poco nervioso.
"¡Hola, Oger! Soy Lila. Vine a explorar, pero creo que me he perdido" - respondió la princesa con una sonrisa.
Desde ese día, Oger y Lila se hicieron grandes amigos. Pasaban horas contando historias, jugando entre los juncos y riendo juntos. Oger, con su gran corazón, se enamoró de la dulce princesa, pero también sabía que su amor era complicado.
Un día, mientras jugaban al borde del pantano, el rey del reino apareció furioso.
"¡Lila! ¡Regresa inmediatamente! No puedes estar con un ogro!" - gritó el rey, con una voz que resonó por todo el lugar.
Lila, confundida y triste, levantó la vista hacia Oger.
"Pero papá, Oger es un buen amigo. No me hace daño" - protestó.
El rey, sin escuchar la defensa de su hija, la tomó de la mano y se la llevó lejos del pantano. Oger sintió un profundo dolor en su corazón; debía dejarla ir.
Pasaron los días y las estaciones cambiaron, pero Oger nunca dejó de pensar en Lila. En su corazón, sabía que el amor verdadero siempre encuentra la manera de triunfar. Así, decidió hacer una promesa: algún día, volvería a ver a Lila y le mostraría que los ogros no eran tan malos.
Mientras tanto, Lila se sintió vacía en el castillo. Aunque era princesa, no se sentía feliz sin su amigo Oger. Siempre recordaba sus risas y las historias que compartían.
Un año después, el reino fue azotado por una gran tormenta que dejó el castillo en ruinas. El rey, viendo que la situación se complicaba, decidió liberar a su hija para que ayudara con la reconstrucción.
Lila, al enterarse de la noticia, tomó una decisión valiente. "Me voy a buscar a Oger", se dijo a sí misma.
Y así lo hizo. En su camino de regreso al pantano, recordó cada rincón y cada susurro que había compartido con Oger. Cuando llegó, encontró a Oger, preocupado por la tormenta y cuidando de su amado pantano.
"¡Oger!" - gritó Lila, alzando la voz mientras corría hacia él.
"¿Lila?" - Oger se dio vuelta, y al ver a la princesa, su corazón dio un salto de alegría "¿Estás aquí?"
Se abrazaron fuertemente, riendo y llorando al mismo tiempo.
"Papá no puede separarnos más. Te prometo que siempre seré tu amiga" - dijo Lila, mirándolo a los ojos.
"Y yo prometo cuidarte y hacer que cada día sea especial" - respondió Oger, feliz.
A partir de ese día, Oger y Lila trabajaron juntos para que el pantano floreciera aún más. Lila le enseñaba a Oger sobre las flores y los cuentos de caballeros y princesas, mientras que Oger le mostraba a Lila cómo el pantano estaba lleno de vida y magia, a pesar de su apariencia.
Con el tiempo, el rey fue viendo cuán feliz hacía a su hija Oger. Ella era considerada una princesa del pantano, y el rey, aunque al principio dudó, comprendió que el amor verdadero no conoce barreras.
Finalmente, el rey aceptó a Oger como parte del reino y desde entonces, todos en el reino aprendieron que las apariencias no importan tanto como el corazón. Así, el ogro y la princesa continuaron compartiendo su vida, llenándose de amor y aventuras, y demostrando que las diferencias pueden unirnos y hacernos más fuertes.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado! ¡Disfruton de su única amistad!
FIN.