El Orden del Patio
En el Pre-Kinder A, cada día comenzaba con el sonido del timbre, señal de que el recreo había terminado. Los niños corrían en desbandada hacia sus respectivos lugares, sintiendo que el tiempo libre siempre se pasaba volando. La Tía Eli, la maestra, y la Tía Angélica, su ayudante, eran quienes tenían la ardua tarea de organizar a los pequeños luego de la diversión.
Una mañana soleada, tras un recreo repleto de juegos y risas, las Tías se prepararon para hacer el conteo y volver al salón.
- “¡Niños, todos al patio! ” – Llamó la Tía Eli con su voz dulce pero firme.
- “¡Ya vamos, Tía Eli! ” – Respondió Facundo, con una sonrisa y un poco de tierra en su camiseta.
- “Pero no corran tanto, ¡hay que formar fila! ” – Agregó la Tía Angélica, tratando de calmar a los más inquietos.
Facundo, Santiago, Manuela y Celeste habían prometido que esa mañana aprenderían a hacer las cosas en orden. Pero al ver sus juegos aún tan presentes en sus cabezas, la promesa parecía más difícil de cumplir.
- “Vamos a ser los mejores en ordenar hoy”, dijo Santiago, emocionado por la idea de ser responsables.
- “Sí, pero siempre hay que hacerlo rápido, ¡o la Tía Eli se enoja! ” – se quejó Manuela, recordando una vez en que habían tardado demasiado.
- “No se trata de hacerlo rápido, sino de hacerlo bien”, corrigió Celeste con seriedad.
Una vez alineados, las Tías comenzaron a contar, pero Santiago decidió que era el momento perfecto para hacer una “carrera” junto a Facundo.
- “¿Quién llega primero al salón? ” – exclamó Santiago, ya listo para salir disparado hacia la puerta.
- “¡Yo! ” – gritó Facundo y ambos comenzaron a correr. Pero la Tía Angélica los detuvo en seco.
- “¡Alto! Recuerden que la seguridad es lo más importante. ¡No corran! ”
Pero, ¿qué sería de la historia sin un poco de aventura? Mientras los niños intentaban seguir el juego de Santiago y Facundo, el pequeño Facundo se tropezó y cayó.
- “¡Ay! No me dolió tanto, pero me caí,” lamentó, mientras los demás se reunían a su alrededor.
- “¡Ay no, Facundo! ¿Estás bien? ” – preocupada, preguntó Manuela.
- “Sí, pero ahora hay que ayudar a ordenarlo todo.” – dijo Facundo, levantándose.
La Tía Eli, al ver lo que sucedía, decidió hablar con ellos.
- “Chicos, lo importante no es solo correr para llegar primero. En el juego del recreo y en la vida, es fundamental cuidarnos los unos a los otros. Si uno cae, no es cuestión de seguir corriendo, sino de ayudar.”
Los niños, con el rostro un poco pensativo, comenzaron a entender el mensaje. Entonces, la Tía Angélica tuvo una brillante idea.
- “¿Y si hacemos un pequeño juego? Cada vez que alguien se caiga, tenemos que formar un círculo y recordar lo que ha aprendido en el día.”
- “Eso suena divertido,
FIN.