El orgullo de Donnal
Había una vez en un pequeño pueblo de la sierra ecuatoriana, un niño llamado Donnal. Desde muy chico, Donnal siempre había sentido un gran amor y orgullo por su identidad ecuatoriana.
Le encantaba escuchar las historias de sus abuelos sobre la cultura, la música y la comida tradicional de su país.
Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo con su mamá, Donnal vio algo que le llamó mucho la atención: una bandera ecuatoriana gigante ondeando en el puesto de un vendedor ambulante. Sin dudarlo, corrió hacia allí y le preguntó al vendedor si podía comprarla. "¡Hola! ¿Cuánto cuesta esa hermosa bandera ecuatoriana?" -preguntó Donnal emocionado. El vendedor sonrió y le dijo: "Hola, jovencito.
Esta bandera es tuya si puedes responder correctamente a una pregunta sobre Ecuador".
Donnal asintió con determinación y el vendedor le hizo la pregunta: "¿Cuál es el volcán más alto de Ecuador?"Donnal recordó lo que había aprendido en la escuela y respondió rápidamente: "¡El Chimborazo!"El vendedor asintió impresionado y le entregó la bandera a Donnal. El niño estaba tan feliz que no paraba de sonreír mientras agitaba su nueva bandera con orgullo.
Desde ese día, Donnal llevaba consigo su bandera ecuatoriana a todas partes. La colgaba en su habitación, la mostraba a sus amigos e incluso se disfrazaba con los colores de la bandera en las fiestas patrias del colegio.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escucharon a unos niños burlándose de alguien por tener una identidad diferente. Uno de los niños señaló a Donnal y dijo: "Mira a ese niño raro con esa bandera extraña".
Los amigos de Donnal se pusieron incómodos, pero él se mantuvo firme.
Se acercó a los niños que estaban burlándose y les dijo con voz segura:"Sé que mi bandera puede ser diferente para ustedes, pero para mí representa todo lo hermoso y valioso de mi país. Estoy orgulloso de ser ecuatoriano y no tengo miedo de mostrarlo. "Los niños que se estaban burlando se quedaron sin palabras ante la valentía y seguridad de Donnal.
Poco a poco comenzaron a hacerle preguntas sobre Ecuador, interesados en conocer más sobre su cultura y tradiciones. Desde entonces, Donnal se convirtió en un pequeño embajador de Ecuador en su pueblo.
Compartía con alegría todo lo que sabía sobre su país e inspiraba a otros niños a amar y respetar sus propias identidades culturales.
Y así, gracias al amor inquebrantable de Donnal por su identidad ecuatoriana, logró derribar barreras e inspirar cambios positivos en aquel lugar donde todos aprendieron a valorar las diferencias como parte importante de nuestra riqueza cultural.
FIN.