El Oro de la Amistad



En un hermoso día en las montañas de los Andes, un cuy llamado Cuyito y una llama llamada Llamita disfrutaban de un día soleado en el campo. Eran mejores amigos y siempre jugaban juntos entre las flores y las piedras.

Un día, mientras exploraban un nuevo sendero, Cuyito y Llamita encontraron un pequeño río que brillaba bajo el sol. "¡Mirá, Llamita!" -exclamó Cuyito emocionado. "Ese agua parece tener oro en el fondo. ¡Qué raro!" -.

Llamita, curiosa como siempre, se acercó al borde del río. "¿Oro? ¡Eso podría ser muy valioso!" -dijo mientras se asomaba. "Imaginá lo que podríamos comprar o hacer si tuviéramos oro. ¡Seríamos ricos!" -.

A partir de ese momento, la idea del oro empezó a llenar sus corazones de ambición. Cuyito y Llamita comenzaron a buscar incansablemente el oro en el río. Pasaron días y noches intentando encontrar ese tesoro, ignorando su amistad y todo lo que solían disfrutar juntos.

Pronto, sus charlas se convirtieron en discusiones. "¡Yo encontré el primer pedazo de oro!" -gritó Cuyito. "¡Pero yo te ayude a recogerlo, así que el oro es de los dos!" -respondió Llamita con maldad.

Las peleas por el oro comenzaron a intensificarse, y lo que antes había sido una hermosa amistad se convirtió en un amargo duelo. Un día, mientras Cuyito y Llamita se encontraban en su punto más bajo, un anciano inca se acercó a ellos.

"¿Por qué se pelean, amigos?" -preguntó el anciano, con su sabiduría reflejada en su mirada.

"¡Por el oro!" -respondieron al unísono, mirando al anciano con ojos llenos de ambición.

"El oro es solo un metal. No se puede comer y no abraza ni consuela. La verdadera riqueza está en su amistad y en el tiempo que pasan juntos " -dijo el anciano.

Cuyito y Llamita se miraron, y poco a poco, las palabras del anciano empezaron a resonar en sus corazones.

"¿Y qué hemos hecho?" -dijo Cuyito.

"Nosotros solíamos reír y jugar juntos. ¡No debería importar cuánto oro tengamos!" -respondió Llamita, con tristeza en su voz.

El anciano sonrió al ver que los amigos comenzaban a reconciliarse. "Recordá siempre que el oro puede brillar, pero la amistad brilla mucho más. Es un tesoro que nadie puede quitarte" -dijo.

Cuyito y Llamita se abrazaron, y sintieron que su amistad era más fuerte que cualquier metal precioso. Decidieron dejar atrás la búsqueda del oro y, en cambio, explorar la montaña juntos, recolectando flores y compartiendo historias inspiradoras.

Desde ese momento, Cuyito y Llamita comprendieron que la verdadera riqueza se encontraba en la risa, el amor y el tiempo que pasaban juntos. Aprendieron a valorarse mucho más que cualquier cantidad de oro que pudieran encontrar. Y así, cada día fue una nueva aventura llena de alegría y amistad, donde cada paso era un recordatorio de que el cariño entre amigos vale más que cualquier tesoro del mundo.

Y así, en el hermoso país de los incas, un cuy y una llama descubrieron el verdadero oro: la amistad.

FIN.

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