El osito comelón



Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivía un pequeño oso llamado Peluche. Peluche era un osito muy especial, ya que le encantaba comer todo lo que encontraba a su paso.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Peluche se perdió y terminó llegando a la ciudad cercana. Nunca antes había visto tantas luces y edificios altos. La gente se sorprendió al ver a un osito en medio de la ciudad y corrieron asustados.

Pero Peluche no les tenía miedo, solo quería explorar y, por supuesto, buscar algo delicioso para comer. Mientras caminaba por las calles, olfateó un delicioso aroma que provenía de una panadería. ‘¡Mmmm, qué rico huele! ’, pensó Peluche.

Se acercó sigilosamente y encontró un riquísimo pan de miel recién horneado. Sin pensarlo dos veces, el osito se lo zampó en un abrir y cerrar de ojos. La gente que pasaba por allí no podía creer lo que veían.

Todos querían atrapar al osito glotón, pero Peluche escapó corriendo y se escondió en un parque. Entonces, una niña llamada Sofía lo encontró y, en lugar de asustarse, le ofreció amablemente un poco de miel que llevaba en su mochila.

Peluche, con hambre y un poco avergonzado, aceptó la miel y comenzó a conversar con Sofía. Ella le explicó que la ciudad no era un lugar seguro para un osito como él, ya que había mucho ruido y peligros.

Peluche comprendió la preocupación de Sofía y decidió regresar a su hogar en Villa Esperanza. Agradecido por la amabilidad de Sofía, le prometió que no volvería a escaparse y ponerse en peligro.

Desde ese día, Peluche aprendió a ser más cuidadoso y a apreciar la amistad de los habitantes de su querido pueblo. Y aunque siempre seguiría siendo un osito comelón, ahora valoraba mucho más lo que tenía y a las personas que lo rodeaban.

FIN.

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