El Osito Melódico y las Brujas Cantantes
En un bosque encantado y lleno de magia, vivía un pequeño osito llamado Tito. Tito era un osito curioso y soñador que pasaba su tiempo explorando los rincones más hermosos del bosque. Sin embargo, había algo muy especial en ese lugar: era hogar de un grupo de brujas, no las típicas brujas de cuentos de hadas, sino brujas cantantes que encantaban a la naturaleza con sus melodías.
Un día, mientras Tito exploraba cerca de un arroyo brillante, escuchó una hermosa canción que provenía de detrás de un árbol grande y frondoso. Intrigado, se acercó sigilosamente y vio a cuatro brujas sentadas en un tronco, cada una con un instrumento diferente: un arpa, una flauta, un tambor y un clarinete.
"¿Quién es ese pequeño oso?" - dijo una de las brujas, cubriendo su rostro con un pañuelo de estrellas.
"Soy Tito, un osito que vive en este bosque. No sabía que aquí había brujas que cantan" - respondió Tito, emocionado.
"¡Así es! Nos encanta cantar y hacer música para que las flores crezcan y los árboles bailen. ¿Te gustaría unirte a nosotras?" - preguntó otra bruja con un sombrero de luna.
Tito, sin pensarlo dos veces, aceptó encantado. Pero mientras las brujas cantaban y tocaban, se dio cuenta de que no podía cantar y que su voz sonaba rara. Se sintió un poco triste.
"¿Por qué no puedo cantar como ustedes?" - preguntó Tito con la cabeza baja.
"Cada uno tiene su propio ritmo y su propia melodía, Tito. Quizás necesites encontrar tu voz interior" - sugirió la bruja con el clarinete.
Frustrado pero determinado, Tito decidió que iba a encontrar su propia música. Comenzó a caminar por el bosque, escuchando atentamente los sonidos que le rodeaban: el susurro del viento entre las hojas, el croar de las ranas y el suave goteo del agua en el arroyo.
Después de unos días explorando y escuchando, Tito entendió cómo algunos sonidos eran como notas de una canción. Un día, mientras el sol se ponía, Tito comenzó a hacer sonidos imitando lo que había escuchado. Cantar no era solo hacer ruido, era ver el mundo de otra manera.
De pronto se dio cuenta de que había creado su propia melodía. Regresó emocionado con las brujas.
"¡Escuchen! ¡He encontrado mi música!" - gritó Tito, lleno de alegría.
Las brujas, sorprendidas, escucharon atentamente mientras Tito dejaba salir su hermosa melodía, una que contenía el susurro del viento y el goteo del arroyo.
"¡Es hermoso!" - exclamó la bruja del tambor, aplaudiendo con entusiasmo.
"¡Has creado tu propio ritmo!" - añadió la bruja del arpa, mientras las otras brujas se unían al canto de Tito.
Desde ese día, Tito se convirtió en parte del grupo de las brujas cantantes. Aprendió que no hay una sola manera de hacer música, y cada uno tiene una voz propia que brilla cuando se deja escuchar. Juntos, llenaron el bosque con melodías, creando armonías que ayudaban a las flores a crecer, a los árboles a bailar y a los animales a moverse al ritmo de su música.
Y así, Tito no solo encontró su voz, sino que también aprendió la importancia de aceptarse a uno mismo y de la diversidad en el arte de vivir. El bosque se volvió un lugar más alegre y armonioso, y Tito se convirtió en un osito feliz, siempre listo para cantar y hacer música con sus amigos, las brillantes brujas del bosque.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.