El Osito Panda y el Árbol Alto
En un bosque lleno de colores y aromas, vivía un pequeño osito panda llamado Pandi. Pandi era muy juguetón y siempre estaba explorando su entorno, pero había algo que lo aterrorizaba: ¡las alturas! Él prefería arrastrarse por el suelo que trepar un árbol, porque cada vez que miraba hacia abajo desde un lugar alto, su pancita se llenaba de mariposas de preocupación.
Un día, mientras jugaba en el parque con su amigo, la ardilla llamada Chispa, Pandi decidió lanzar su juguete favorito, un brillante globo de papel, al aire. Pero, en lugar de volar suavemente, el globo quedó atrapado en la copa de un altísimo árbol. Pandi miró hacia arriba y su corazón se aceleró.
"¡Ay, no! ¿Cómo voy a recuperar mi globo?"
"No te preocupes, Pandi. Yo puedo ayudarte a bajarlo", dijo Chispa con una sonrisa.
Pandi miró el árbol y su temor aumentó. "Pero, ¿y si caigo? ¡No quiero caer!"
Chispa intentó tranquilizarlo. "No debes tenerle miedo. Si te agarras bien y subís despacito, no va a pasar nada. Solo tienes que confiar en ti mismo."
Pandi se quedó pensando. Sabía que el globo era muy importante para él, pero el miedo a caer lo paralizaba. "¿Y si caigo y me lastimo?" dijo, con un tono temeroso.
Chispa le dio un pequeño empujón amistoso. "¡Tienes que intentar, amigo! Te ayudaré. Y si caes, yo estaré abajo para atraparte."
Después de varios instantes de dudar, Pandi decidió que debía enfrentarse a su miedo. "¡Está bien! Lo intentaré, Chispa", dijo con voz temblorosa. Con cada paso que daba hacia el árbol, más fuerte latía su corazón, pero se sentía decidido.
Primero, subió un escalón pequeño, utilizando las raíces del árbol como escalones. "¡Mirá cuánto subí!" exclamó, sintiéndose un poco más valiente.
"Eso es genial, Pandi. ¡Seguí así!" animó Chispa desde abajo.
Seguido de su primer triunfo, Pandi llegó a una rama más alta. "¡Oh no! ¡Me estoy meando de miedo!" gimió, viendo lo lejos que estaba del suelo.
"¿Sabés qué? También tengo miedo a las alturas. Pero lo que importa es que si nos agarramos fuerte, podemos hacerlo juntos. ¡Agárrate bien y respirá hondo!" dijo Chispa, intentando motivarlo.
Pandi cerró los ojos por un momento y gestionó su respiración. ¿Qué pasaría si lo lograba? Abrió los ojos de nuevo. Entonces, con valor y firmeza, se sostuvo con las patas bien apretadas sobre la rama.
Finalmente, llegó a donde tenía el globo atascado. "¡Lo logré! ¡Tengo el globo!" gritó de felicidad. Pero, mientras intentaba dar la vuelta, el equilibrio le falló un segundo y un pequeño temblor lo sobresaltó.
Con reflejos de ardilla, Chispa gritó. "¡Agárrate fuerte, Pandi!"
Pandi, aterrorizado pero divertido, se abrazó al tronco. "¡Ay, ay, ay! ¡Esto es un poco alocado!".
Desesperado, empezó a moverse cuidadosamente para acomodarse. "¡Estoy bajando!" exclamó con adrenalina.
Con la ayuda de Chispa gritando indicaciones desde abajo, logró bajar despacio y cuidadosamente, hasta llegar al suelo. Pandi llegó sanito y salvo, con el globo incluso un poco arrugado, pero sonriendo de oreja a oreja.
"¡Lo hice! ¡Lo hice, Chispa!" gritó Pandi, muy emocionado.
"¡Sí! Siempre creí en vos, Pandi. Sabés que el miedo es normal, pero también es parte de lo que nos ayuda a crecer. ¡Felicidades!"
A partir de ese día, Pandi no sólo se sintió orgulloso de haber conseguido recuperar su globo, sino que aprendió que enfrentarse a sus miedos podía traer grandes recompensas. Junto a Chispa, comenzaron a escalar otros árboles, mostrando a todos sus amigos que con un poco de valentía, podían lograr cosas increíbles.
Cada vez que miraba desde las ramas altas, aunque el miedo a las alturas todavía estaba presente, Pandi también sentía un cosquilleo de emoción. ¡Y eso era algo que valía la pena!
FIN.