El osito valiente


Había una vez un hermoso bosque en Ecuador, donde vivían muchos animalitos maravillosos. Entre ellos, se encontraba un osito de anteojos llamado Benito. Benito era muy curioso y siempre estaba explorando su entorno.

Un día soleado, mientras jugaba entre los árboles, Benito dio un paso en falso y cayó al suelo. Al levantarse, se dio cuenta con tristeza de que se había roto una patita. No podía caminar ni correr como antes.

Benito comenzó a llorar porque no sabía cómo llegar hasta su mamá oso, quien estaba esperándolo en la cueva del otro lado del bosque. En ese momento apareció Mateo el mono araña, uno de los animales más inteligentes del lugar.

- ¡Hola Benito! ¿Qué te ha pasado? - preguntó Mateo preocupado. - Me he caído y me he roto una patita - respondió Benito sollozando-. No sé cómo llegar hasta mi mamá oso. Mateo pensó rápidamente y tuvo una idea brillante.

Decidió buscar ayuda entre sus amigos para ayudar a Benito a llegar hasta su mamá oso. Primero fue a buscar a Lola la lora ecuatoriana, quien tenía unas alas coloridas y podía volar alto por encima de los árboles.

- ¡Lola! Necesitamos tu ayuda - exclamó Mateo-. Benito se ha lastimado y necesita llegar hasta su mamá oso. ¿Podrías llevarlo volando? - Por supuesto que sí - respondió Lola con alegría-.

Agárrense bien fuerte que nos vamos volando hacia la cueva de la mamá oso. Lola agarró a Benito con sus patas y volaron juntos por el bosque, pasando entre las ramas de los árboles.

Pero cuando estaban cerca de la cueva, una fuerte ráfaga de viento hizo que Lola perdiera el equilibrio y cayeran al suelo. Benito se levantó con mucho dolor en su patita lastimada. Estaba triste porque pensaba que nunca llegaría hasta su mamá oso.

Pero entonces apareció Sofía, una serpiente coral ecuatoriana muy astuta. - ¡Hola amigos! ¿Qué ha pasado? - preguntó Sofía con curiosidad. Mateo explicó lo ocurrido y Sofía tuvo otra idea para ayudar a Benito.

Ella ofreció llevarlo en su espalda mientras se deslizaban por el camino hacia la cueva de la mamá oso. - No te preocupes, Benito. Te llevaré con mucho cuidado - le dijo Sofía tranquilizándolo.

Así fue como Benito subió a la espalda de Sofía y juntos comenzaron a avanzar lentamente hacia la cueva. A pesar del dolor, Benito sonrió porque sabía que estaba más cerca de reencontrarse con su mamá oso. Pero cuando estaban muy cerca de llegar, un ruido extraño asustó a todos los animales del bosque.

Era Pacho, un tapir ecuatoriano gigante que había asustado sin querer a los demás animales al pisar una rama seca. - ¡Ay, disculpen! No quise asustarlos - dijo Pacho apenado-.

¿En qué puedo ayudar? Mateo explicó la situación y Pacho ofreció su espalda amplia y fuerte para que Benito pudiera subirse. Con mucho cuidado, Pacho cargó a Benito mientras avanzaban hacia la cueva de la mamá oso.

Finalmente, después de tantas dificultades, llegaron a la cueva donde estaba la mamá oso esperando ansiosa. Benito saltó de alegría al verla y corrió hacia ella. - ¡Mamá! ¡Mamá! - exclamó Benito emocionado-. Gracias a mis amigos pude llegar hasta aquí.

La mamá oso abrazó a Benito con cariño y luego miró a todos los animales que habían ayudado en el camino. - Muchas gracias por cuidar de mi pequeño - dijo la mamá oso con gratitud-. Sin ustedes, no sé qué hubiéramos hecho.

Todos los animales sonrieron orgullosos porque habían logrado unir fuerzas para ayudar a su amigo Benito. A partir de ese día, se convirtieron en una gran familia del bosque, siempre dispuestos a ayudarse unos a otros.

Y así, entre risas y aventuras, los animalitos ecuatorianos en peligro de extinción demostraron que juntos pueden superar cualquier obstáculo y protegerse mutuamente. Desde entonces, el bosque fue un lugar aún más especial donde reinaba el amor y la amistad entre todos sus habitantes.

Dirección del Cuentito copiada!